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El 13 de julio de 1989, publiqué en «El Correo Español-El pueblo Vasco» un artículo-propuesta, titulado «Por un Espacio Económico Vasco«, que generó una fuerte polémica. Era este:

Propuesta que fue criticada por algunos dirigentes políticos del PSOE y apoyado por otros tantos de EAJ-PNV. Entre estos últimos, José María Makua y Javier Arzalluz.

Tres años después, el año 1992, el periódico «El País» publicó un nuevo artículo mío, titulado «Por un espacio económico propio» . Era este:

La propuesta, sin duda alguna relevante y original, no fue asumida por los partidos políticos mayoritarios, hasta que el 9 de noviembre de 1995, la candidatura ciudadana «Iniciativa Ciudadana Vasca/Euskal Huritarren Egitekoak«, con una importante representación en las Juntas Generales de Bizkaia, presentó la siguiente «Proposición No de Norma«, cuya parte dispositiva era del siguiente tenor literal:

A la Mesa de las Juntas Generales de Bizkaia

Proposición No de Norma:

– Las Juntas Generales se manifiestan en favor de la creación de un Espacio Económico y Social Vasco, cohesionado entre sí y apoyarán, en el ámbito de sus competencias, cuantas iniciativas se planteen en este sentido.

Justificación: La Proposición No de Norma es, necesariamente declarativa. Pretende que las Juntas Generales de Bizkaia asuman como propia una idea de apoyo a la creación de un espacio económico y social vasco, tal y como se explica en la Justificación que sigue a continuación.

Defender la creación de un Espacio Económico y Social Vasco no es el logro de un Marco Autónomo en las Relaciones Laborales. Ni el que las Instituciones Vascas participen en los Consejos de administración de las empresas públicas estatales. Ni conseguir que la Seguridad Social sea gestionada desde las Instituciones vascas. No es tampoco alcanzar una capacidad de regulación económica y social en el ámbito autónomo. Es cada una de esas cosas, ciertamente, pero no sólo eso. Tampoco se pretende lograr la autarquía en una Unión Europea cada vez más interdependiente en lo económico y social. Pero tampoco es que, en virtud de argumentos más o menos discutibles, más o menos falaces, se rechace la capacidad de autogestión económica en el ámbito vasco apelando a la cada vez mayor dependencia de la Unión Europea. Para los que defendemos la creación de un Espacio Económico Vasco recurrir a este argumento supone una trampa.

Precisamente teniendo en cuenta la cada vez mayor interdependencia económica, teniendo en cuenta el Espacio Económico Europeo, se trata de conformar un ámbito de decisiones propias, en lo económico y social. Es afirmar que sin autogobierno económico no hay autogobierno político. Es defender la soberanía económica para hablar realmente de autogobierno.

Proposición que fue aprobada por las Juntas Generales de Bizkaia el 24 de enero de 1996, con el voto de, además de nosotros los proponentes, Ángel Libano Markaida (q.e.p.d.) y yo mismo, con el apoyo de EAJ-PNV, Herri Batasuna y Eusko Alkartasuna, una mayoría muy amplia de la representación política vizcaína.

Con estos antecedentes imprescindibles para el análisis, en la entrada anterior he hecho referencia a propósito de la evolución de tres entes relevantes y significativos del País Vasco: la empresa Petronor, independiente, entonces con accionariado equilibrado repartido en tres tercios, PEMEX, Administración Central y entidades financieras vascas, entre ellas, y con una importante representación accionarial las dos Cajas de Ahorro Vizcaínas, y a través de ellas, sus instituciones fundadoras, Diputación Foral de Bizkaia y Ayuntamiento de Bilbao; y dos entidades públicas creadas bajo los auspicios de las instituciones vascas, Euskaltel y Ente Vasco de la Energía (EVE).

Han pasado más de 30 años desde entonces y es momento de hacer un balance de su actual significación, en estos y en otros ámbitos empresariales, y en relación con el «marco autónomo en las relaciones laborales«, objetivo también incluido en la propuesta, que, una vez aprobada, se constituyó en un compromiso político, el de la creación de un «espacio económico y social vasco«.

Este el el objetivo de estos análisis, que continuaré en próximas entradas.

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El pasado 3 de febrero de 2023 leí y defendí en la Universidad de Oviedo, la tesis doctoral titulada:

«Las iglesias propias de Bizkaia en la Edad Media. La conflictividad por el control económico y político de las estructuras eclesiásticas: ermitas, monasterios e iglesias parroquiales».


El Tribunal estuvo presidido por María Isabel del Val Valdivieso, catedrática emérita honorífica de Historia Antigua y Medieval de la Universidad de Valladolid, y fueron miembros del mismo Miguel Calleja Puerta, profesor titular del departamento de Historia de la Universidad de Oviedo, Eloísa Ramírez Vaquero, catedrática de la Universidad Pública de Navarra, departamento de Ciencias Humanas y de la Educación, Iñaki Bazán Díaz, profesor agregado del departamento del Filología e Historia de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, e Isabel Ruiz de la Peña González, profesora titular de la Universidad de Oviedo, del departamento de Historia del Arte.

Dirigieron la investigación Jesús Solórzano Telechea, catedrático del departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Cantabria y María Álvarez Fernández, profesora del departamento de Historia de la Universidad de Oviedo, siendo Marco de la Rasilla Vives, profesor de Historia de la Universidad de Oviedo, el tutor académico.

La tesis fue calificada por el citado Tribunal de «Sobresaliente Cum Laude».

Se trata de mi cuarta tesis doctoral.

En próximas entradas explicaré con detalle su contenido.

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El proyecto de investigación tiene por objeto hacer un análisis de la evolución en la época de los godos (siglos V al VIII) de las tribus denominadas desde tiempos de Augusto[1] como autrigonas, caristias y várdulas (en la actualidad, el territorio aproximado de las Provincias Vascongadas o Comunidad Autónoma del País Vasco) en relación con las tribus vasconas (en la actualidad, Comunidad Foral de Navarra), con especial énfasis en el examen del posible celtismo de Vascongadas o de parte de ellas y de la también hipotética “vasconización o euskaldunización tardía” de las tribus vascongadas, por lo que bajo la denominación de Vasconia pudiesen haberse comprendido en ese tiempo las Vascongadas y dentro de los vascones estuvieran incluidos los autrigones, caristios y várdulos.

Al analizar el pasado se debe tener en cuenta, entre otras consideraciones, dos premisas elementales: de un lado, es claro que los geógrafos e historiadores, griegos y romanos, antes y después de Augusto, variaron mucho los nombres, extensión y límites de las regiones y tribus, lo que significa que no señalaron con exactitud e individualidad las regiones y sus límites[2]; de otro, debe admitirse igualmente la costumbre de distinguir a las gentes y sus regiones con un nombre particular compatible con la referencia a esas mismas tribus con un nombre más genérico[3]. Por ello, el rigor histórico exige ir avanzando en una mayor precisión y mejor conocimiento de los hechos ocurridos y sus auténticos protagonistas.

En nuestro caso, al objeto de clarificar los objetivos de este trabajo, resulta necesario partir de que en tiempos del bajo imperio romano se constata la progresiva desaparición de los nombres de autrigones, caristios y várdulos en los textos literarios, en los documentos. En concreto, el Cronógrafo del año 354 menciona a “autriconi” y “vascones”; el Cronicón de Idacio afirma que el año 449, “Requiario, habiendo tomado por esposa a una hija del rey Theodores y empezado a reinar bajo tan buenos auspicios, depreda en el mes de febrero las Vasconias[4], citado así, sin más precisiones, mientras que en el año 456 aparece la última mención de los várdulos cuando el obispo Idacio refiere una depredación “con la mayor ferocidad” por parte de los hérulos “de los lugares costeños de la Cantabria y la Vardulia[5].

Si bien en la época prerromana los términos Cantabria, Autrigonia, Caristia, Vardulia y Vasconia, y sus correspondientes cántabros, autrigones, caristios, várdulos y vascones, precisan de concreciones y aclaraciones, de acuerdo con el objetivo de esta investigación, a partir de mediados del siglo V solo está documentado el término “vascones” para los territorios que hoy consideramos vasco-navarros (Vascongadas y Navarra). De ahí surgen una serie de dudas: ¿A qué límites territoriales se refieren los historiadores en cada época cuando citan Cantabria, Vasconia, Autrigonia, Caristia o Vardulia?; en la época goda, ¿desaparecieron las tribus autrigonas, caristias y várdulas? ¿colonizaron los vascones a dichas tribus vascas occidentales? ¿transmitieron los vascones, junto con su desplazamiento y asentamiento, el vascuence o euskera? ¿existió un proyecto político-social común denominado Vasconia? ¿cuál fue la relación entre Cantabria, Vasconia, Aquitania y el territorio de las tribus vascongadas?; cuando en la crónica de Alfonso III se dice “Bardulies qui nunc uocitatur Castella”, ¿se quiere decir con ello que Castilla fue antes Vardulia o se trata de una simple expresión erudita? Estas y otras muchas dudas e incertidumbres serán objeto de análisis en esta investigación.

No hay unanimidad de criterio en el origen y delimitación del término Vasconia, ni en los límites geográficos del territorio, ni quiénes eran los vascones. Se especula sobre sus orígenes, vínculos étnicos, culturales y lingüísticos con los pueblos vecinos, en concreto con várdulos, caristios y autrigones, con versiones muy diferentes.

Lo cierto es que las referencias a autrigones, caristios y várdulos van desapareciendo, al menos en la documentación conocida, siendo los términos vascones y cántabros los únicos de la zona empleados.

De ahí que interese analizar la hipotética colonización por parte de los vascones. Es decir, si los vascones se expandieron hacia el norte y noroeste e hicieron desaparecer a las otras tribus, de este a oeste, várdulos, caristios y autrigones (asentadas aproximadamente donde hoy se sitúan Gipuzkoa, Bizkaia y Álava), lo que defienden algunos historiadores; o si, por el contrario, cada una de las tribus se mantuvo en su originaria zona de asentamiento, con mínimos desplazamientos, pero sin que se produjera la conquista del resto de pueblos o tribus por los vascones, encontrando alguna otra explicación para la desaparición de las citas de las tribus antedichas en la fuentes literarias.

Oihenart cree sin ambages que “el linaje de estos tres pueblos (autrigones, caristios y várdulos) había desaparecido, al igual que su nombre, en su mayor parte, y que su país había sido ocupado, desde la época de los godos, por algún pueblo fuerte y aguerrido”, que no duda en identificarlo con el pueblo vascón, “que hacían frecuentes excursiones por las regiones vecinas, ya por odio a los godos, ya con el intento de dilatar sus fronteras”.

A esta valoración añade otros argumentos, “no débiles”, como la semejanza en el nombre, las costumbres o el uso de la misma lengua[6].

En una posición análoga, Schulten propone la tesis del incremento sucesivo del territorio de los vascones, mediante avances al norte y noroeste y sucesivas conquistas[7]. Según él, las primeras noticias sobre los vascones provienen de la guerra sertoriana, en los años 77 y 74 a. de C. Entonces la región de los vascones empezaba en el sur, cerca de Calagurris (Calahorra) y en el norte confinaba con la de los berones; los vascones ocupaban el territorio del valle del Ebro superior, entre Calahorra y Logroño, pero se extendían también a través de las montañas hasta el océano, donde Oiasso (Pasajes) es su puerto. Y concluye:

“evidentemente, el valle superior del Ebro es su residencia primitiva, mientras que la extensión hasta el océano es el resultado de conquistas ulteriores”[8].

A su juicio, alrededor del año 580 d. C., los vascones se hallan en posesión de Álava (con Victoriacum, fundado por Leovigildo), y “probablemente” también de Bizkaia y de Gipuzkoa[9]. Desde su sede principal en el Ebro, se extendieron, conquistando, poco a poco, no tan solo la montaña de Navarra y la salida al mar, sino incluso el territorio de los várdulos, caristios y autrigones[10] (entre los años 150 y 580 de nuestra era), y haciendo incursiones en Aquitania en 587, llegaron hasta el Garona y dieron su nombre a la Gascuña (Vasconia-Guasconia).

Sánchez-Albornoz se inclina a unirse a “tales ilustres autores” y afirma que “los vascones vasconizan la depresión vasca”[11]. Sostiene que el mismo nombre de vascones, “parece haberles sido impuesto por los celtas y significa los orgullosos o los de las alturas, según uno de los filólogos españoles más acreditados de la hora de hoy”[12].

Es categórico cuando sostiene que, aunque se ignora la estirpe de los pueblos que ocupaban la depresión vasca (várdulos, caristios y autrigones), “solo sabemos que no eran vascones[13], argumentando que los diferencian de ellos los geógrafos, la arqueología y la historia. Llega a sustentar que “no hablaban la misma lengua”, lo que “se deduce de los nombres de sus ciudades”, y continúa:

“La diversificación dialectal del vasco en tal comarca y los extraños parentescos entre dialectos del mismo usados en ella en zonas geográficamente alejadas acreditan su condición de lengua importada en el país ¿Serían (los várdulos, caristios y autrigones) rama desprendida del tronco cantábrico primitivo? Es probable, pero es seguro que a ese sustrato primitivo se unieron inmigrantes llegados al país en fecha remota. Várdulos aparecen en Iliria y en los Balcanes, caristios en la Liguria y en Grecia, y nadie duda del celtismo de los autrigones[14].

En conclusión, sostiene que:

“los vascones se lanzaron a la conquista de la depresión vasca hacia el siglo V”, especulando con la posibilidad de que pudieron desplazarse hacia la depresión vasca “cuando los visigodos comenzaron a cruzar los Pirineos como conquistadores entrando por Pamplona, a partir de los días de Eurico (468-484)[15], subrayando además, que “… sobran datos geográficos, toponímicos, lingüísticos, sociales de esa entrada y de la colonización de la Euzkadi de hoy por los vascones…”[16].

La misma tesis sostienen Gómez Moreno y otros.

Bosch Gimpera discrepa de Sánchez-Albornoz y Schulten. A su juicio,

«la confusión proviene de que los autores antiguos, al describir una zona, lo hacían de modo incompleto por la escasez de datos, por lo que era práctica habitual que tendieran a generalizar, convirtiendo en genérico el nombre de los pueblos más importantes: en concreto, a los vascones se les consideraba como los principales del “grupo vasco” y “su territorio era mayor que el de autrigones, caristios y várdulos”.

Plinio llamó várdulos a todos los habitantes del litoral vasco sin diferenciar las regiones y la diversidad de gentes, sin duda porque los várdulos fueron entonces los más distinguidos de los mareantes o gentes atrevidas que brillaron por su espíritu inquieto y audaz.

Esta ambigüedad en la designación de los pueblos ha inducido a algunos, a juicio de Bosch Gimpera, a excluir a los autrigones del grupo vasco para unirlos a los cántabros y a otros a propugnar la teoría de la colonización de los territorios del norte y noroeste por los vascones.

Lo que Bosch Gimpera admite es que sea fácilmente concebible que los vascones, desde su territorio originario, pudiesen avanzar o retroceder en el Ebro o caer sobre la llanura de Aquitania (de lo que da testimonio Gregorio de Tours), pero “una conquista de los valles vascos parece inverosímil y el solo silencio de las fuentes respecto al nombre de los demás pueblos vascos es insuficiente para comprobarla”[17].

Caro Baroja también niega tal desplazamiento al noroeste, hacia el solar de autrigones, caristios y várdulos[18]. Mañaricua[19] atribuye el equívoco a la frase de Alfonso III antes citada en la que se dice “las Bardulias que ahora se llaman Castilla”[20] y concluye que

“no tenemos un solo texto que pruebe el corrimiento de los vascones hacia occidente”[21].

En una línea equivalente, García de Cortázar sostiene que si bien pudiera dar la impresión de que los vascones se hubieran desplazado hacia el oeste, considera más probable que, aunque no se sepa cuáles fueron las verdaderas razones,

“tal vez lo que se desplazara no fuera el pueblo sino el nombre de vascón” con el que desde la crisis del imperio romano hasta el siglo IX “se va a conocer indistintamente las tierras ocupadas por vascones, várdulos y caristios, tal vez, contempladas en la unidad que les daba un mismo idioma”[22].

Esta tesis de García de Cortázar demostraría la existencia de un fuerte vínculo entre las distintas tribus vascas al participar de un mismo idioma y formar todas ellas parte de lo que se puede denominar Euskal Herria.

Son de la misma opinión Barbero y Vigil, para quienes,

“pudo suceder que entonces se llamara vascones indistintamente a los que hablaban vasco”,

es decir, también a los várdulos y caristios y parte de los autrigones, con lo que no se habría producido el corrimiento de los vascones hacia Gipuzkoa y Bizkaia, como pretendía Schulten y lo asentía Sánchez-Albornoz, sino que se trataría de la “extensión de un nombre étnico a un área geográfica mayor”, siendo los vascones los que hablaban la lengua indígena, el euskera en sus diversos dialectos[23]. Por otra parte, Besga Marroquín sostiene que “no hay ningún dato que avale la supuesta vasconización de las Vascongadas”, aunque reconoce que el peso de la teoría “ha sido tan enorme que ha sido muy difícil sustraerse a su influencia”[24].

Aunque hasta tiempos recientes no había opiniones discrepantes en lo que se refiere al desplazamiento de los vascones hacia el norte, al otro lado de los Pirineos, hacia Aquitania[25], en los últimos años también se cuestiona esa explicación histórica. Tanto en lo que se refiere a los movimientos de los vascones hacia el norte y el oeste como al origen histórico del euskera y su desplazamiento, se ha abierto un incipiente debate en que se discuten cuestiones tan relevantes como la idea de un nuevo punto geográfico de origen del euskera en los valles pirenaicos o la insistencia acerca de la “euskaldunización tardía” de las Vascongadas e incluso de Navarra, discusión en la que no solo toman parte historiadores y arqueólogos, sino también epigrafistas, filólogos y vascólogos, con aportaciones y posiciones muy controvertidas[26].

FUENTES

Dada la escasez de fuentes literarias de la época que se pretende investigar, aún mayor si cabe en relación con las tribus vascas, el estudio acudirá inevitablemente a la búsqueda de otro tipo de fuentes además de las documentales y cronísticas, como son los relatos de los historiadores y geógrafos clásicos, las inscripciones, los hallazgos arqueológicos, la paleografía, la epigrafía, la toponimia y la antroponimia, incluyendo las aportaciones más recientes de los diferentes investigadores, que nos permitan ampliar los conocimientos o contribuir con nuevos enfoques o puntos de vista para una mejor comprensión de esta época de la historia de los territorios vascos.


[1] Risco se expresa categóricamente: “Ninguno de los escritores que precedieron al imperio de Augusto mencionó caristos, várdulos, autrigones y vascones; y solo se encuentra hablando de las gentes que vivían desde los términos orientales de las Asturias hasta el Pirineo, memoria de cántabros; lo que hace sospechar que los referidos nombres no se usaron hasta que los geógrafos dividieron todo aquel trecho en varias regiones” (RISCO, Manuel, España Sagrada, tomo XXXII, La Vasconia, tratado preliminar, imprenta de Miguel Escribano, Madrid, 1779, pág. 60, pfo. 32).

[2] Así lo explica Risco: “Plinio dice que… desde el término oriental de las Asturias hasta el Pirineo se hallaban también muchas gentes y de nombres distintos: las cuales están comprendidas en los geógrafos en estas cinco: cántabros, caristos, autrigones, várdulos y vascones; y en Mela en solas dos: cántabros y várdulos. Estrabon testifica que eran muchas las regiones, pero que las omitía por el disgusto y fastidio que traía el escribir sus nombres… De aquí se colige con evidencia que hicieron várdulos a muchos que no lo eran y autrigones a otros que no pertenecían a esta gente; pues huyendo de poner sus nombres particulares los confundieron con otros por solo su arbitrio” (RISCO, Manuel, España Sagrada, tomo XXXII, La Vasconia, op. cit., págs. 58 y 59, pfos. 29 y 30).

[3] Así lo explica Risco, para conciliar los textos de César, que llama cántabros a los pueblos vecinos a la Aquitania, y sujetos a Afranio, lo que “debe entenderse de los vascones a quienes no dio el nombre particular, sino el general…”; y lo explica: “Así pues, como en Galicia no habitaban solo gallegos absolutamente, sino también gallegos bracaros, gallegos celerinos, etc., y en Asturias se hallaban no solo astures, sino astures brigecinos, astures bedunenses, etc., y en la Aquitania no solo aquitanos sino aquitanos tarbelos, aquitanos precianos; así también en esta parte (desde las Asturias hasta el Pirineo) se conocían no solo cántabros, sino también cántabros alotrigas, cántabros várdulos, etc…; y la de Mela, que describiendo la costra de Francia, dice que aunque en el principio es igual luego se mete tanto al mar que llega a a oponerse a las tierras cantábricas, lo cual se verifica de los costa de los vascones, várdulos, autrigones, etc.” (RISCO, Manuel, España Sagrada, tomo XXXII, La Vasconia, op. cit., pág. 61, pfo. 33). Flórez, sin embargo, tomando a Mela, dice que “no pensó en dar a los cántabros toda la costa desde Asturias al Pirineo: pues aunque mencionó menos regiones (por lo muy conciso de su estilo) con todo expresó desde Asturias al Pirineo dos, que son los cántabros y los várdulos. De los cántabros dice que, aunque tienen algunos pueblos y ríos, no pueden acomodarse a la lengua latina: pero expresa el río Saurio en los cántabros, el Nerua en los autrigones, y luego el Deva y Magrada, concluyendo que los várdulos cerraban las Españas hasta el Pirineo. Así en el libro 3 cap. 1, que se intitula “De las costas de España por el mar Océano”, sin meterse en hablar de lo mediterráneo, ni aún expresar el nombre de los vascones, que sin duda tenían parte en la costa con la ciudad de Olarso de Plinio, u Oeaso de Ptolomeo. Ni nombró a los caristios, que eran más reducidos: pero expresó al río Deva, que les aplica Ptolomeo sin mencionar el nombre particular de la región. Sin embargo de esta concisión, debe alegarse Mela en prueba de que no era Cantabria desde el Pirineo a Asturias. La razón es porque expresamente da aquella costa a los cántabros y várdulos, de lo que se infiere que los várdulos no eran cántabros, pues si lo fueran, un escritor tan conciso que escaseó el nombre de vascones, no hubiera explicado los várdulos; pero habiendo repartido la costa entre ellos y los várdulos no podemos dudar que los reconoció como naciones diversas y, por consiguiente, con diferentes límites, explicados después con más individualidad por Plinio y Ptolomeo…” (FLÓREZ, Henrique, La Cantabria, Disertación sobre el sitio y extensión que tuvo en tiempos de los romanos, Discurso preliminar al tomo XXIV de la España Sagrada… imprenta de Antonio Marín, Madrid, 1768, págs. 25 y 26, pfos. 46 y 47; citado también en RISCO, M., España Sagrada, tomo XXXII, La Vasconia, op. cit., pág. 61, pfo. 36). Risco sostiene, en contra de Flórez, que “no puede probarse que los várdulos, autrigones y vascones no eran cántabros por tener nombres y territorios distintos de la Cantabria…; y, al igual que el caso de la Celtiberia que, además de ser una región particular que se componía de los pueblos que le atribuye Ptolomeo, era también región general, que contenía dentro de sus límites a los pelendones y arevacos, como consta de Strabon y Plinio: así la Cantabria, demás de ser región particular con determinados pueblos, era también región general que abrazaba a los vascones, várdulos, autrigones y caristos, como consta de Julio César y otros que dejo alegados” (RISCO, M., España Sagrada, tomo XXXII, La Vasconia, op. cit., pág. 66, pfo. 40).

[4] Cronicón de Idacio, versión castellana, 2ª edición del Dr. Marcelo Macías, Orense, imprenta de A. Otero, 1906, pág. 39.

[5] Cronicón de Idacio, versión castellana, 2ª edición de Dr. Marcelo Macías, op. cit., pág. 46.

[6] OIHENART, Arnaldo, Notitia utriusque Vasconiae, op. cit., libro primero, capítulo VI, págs. 129 y 130.

[7] SCHULTEN, Adolf, “Las referencias sobre los vascones”, Revista Internacional de Estudios Vascos, 1923, págs. 225 a 240.

[8] Y añade: “Dichos límites subsisten todavía en Ptolomeo” (SCHULTEN, Adolf, “Las referencias…, op. cit., págs. 239 y 240).

[9] Por lo que se refiere a Bizkaia y gran parte de Gipuzkoa actuales, la afirmación debe ser calificada como conjetura, porque no lo acredita.

[10] Tampoco aquí aporta ninguna prueba.

[11] SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio, “Los vascones vasconizan la depresión vasca”, Vascos y navarros en su primera historia, op. cit., págs. 72 a 78. Lo mismo aparece en Orígenes de la Nación Española. “Estudios críticos sobre la historia del reino de Asturias”, I, Oviedo, 1972, págs. 101 a 106, y en Orígenes de la Nación Española. El Reino de Asturias, obra resumen o antología de la anterior, op. cit., pág. 38 y sigs.

[12] SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio, Orígenes de la Nación Española…, op. cit., pág. 38. Sánchez-Albornoz no dice a qué filólogo se refiere, cuando afirma como probable el origen celta de la palabra “vascón”, e identifica su significado como “los orgullosos”, o los de “las alturas”. Surge una duda: o para el filólogo anónimo y para Sánchez-Albornoz los celtas hablaban vascuence (euskera) o, de no ser así, no da pruebas del origen celta de la palabra, ni rebate argumentalmente lo que se manifiesta en el Diccionario de la Academia y es defendido por muchos escritores y filólogos, esto es, su procedencia de la palabra vasca “baso” (monte, bosque) y del sufijo euskérico “ko” (de, procedencia).

[13] SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio, Orígenes de la Nación Española…, op. cit., pág. 36.

[14] SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio, Orígenes de la Nación Española…, op. cit., pág. 36.

[15] SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio, Orígenes de la Nación Española…, op. cit., pág. 60.

[16] SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio, Orígenes de la Nación Española…, op. cit., pág. 60.

[17] BOSCH GIMPERA, P., “Los celtas y el País Vasco”, RIEV, 1932, 23-3, pág. 463.

[18] CARO BAROJA, Julio, Los pueblos del norte de la Península Ibérica, pág. 77 y sigs.

[19] MAÑARICUA, “¿Vasconización de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya?”, en Vizcaya, siglos VIII al XI…, op. cit., págs. 25 a 37.

[20] Dentro de la frase de la crónica de Alfonso III figura “Bardulies qui nunc uocitatur Castella”, las Bardulias que ahora se llaman Castilla. Ya en 1948, Ramos Loscertales mantuvo que jamás Castilla se llamó Bardulies y que nos encontramos simplemente ante “un desafortunado rasgo de erudición del autor de la Crónica” [RAMOS LOSCERTALES, J.M., “Los jueces de Castilla”, en Cuadernos de Historia de España, 10, 1948, 85 (cfr. MAÑARICUA, Vizcaya, siglos VIII al XI…, op. cit., págs. 28 y 29)], consideración que rechaza Sánchez Albornoz, aunque acepta Mañaricua (MAÑARICUA, Vizcaya, siglos VIII al XI…, op. cit., pág. 29).

[21] Las conclusiones de Mañaricua son claras: “1ª No puede pretenderse que las fronteras de los vascones hubieran permanecido inalteradas a lo largo de los siglos. Ciertamente se dieron variaciones; 2ª No se ha probado una expansión de los vascones a expensas de los várdulos y caristios tras de la caída del imperio romano. No hay base para admitir que, presionados los várdulos por los vascones, arrastraron consigo a los caristios hacia el suroeste; 3ª La extensión del nombre de vascones a tierras várdulas y caristias no implica necesariamente expansión y dominio político, aunque bien pudo ir acompañada y aun causada por modificaciones del estado político y militar, y 4ª No hay ningún fundamento para ver en una supuesta invasión vascona del siglo V el origen del euskera en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. En otras palabras: no se puede hablar de que los vascones vasconizaran la depresión vasca” (MAÑARICUA, “¿Vasconización de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya?”, en Vizcaya, siglos VIII al XI…, op. cit., pág. 37).

[22] Apunta como una de las razones la “mayor fortaleza y prestigio del pueblo vascón”, en línea con lo argumentado por Bosch Gimpera (GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel, Vizcaya en la Alta Edad Media, colección temas vizcaínos, año IX, núm. 105, editada por la Caja de Ahorros Vizcaína, septiembre, 1983, pág. 10); véase también GARCÍA DE CORTÁZAR, “Del Cantábrico al Duero”, en Organización social del espacio en la España medieval. La Corona de Castilla en los siglos VIII a XV (coord.), Ariel, Barcelona, 1985; en este trabajo habla de las posibles variadas y contrapuestas razones sobre la falta de acuerdo sobre localización de los “viejos étnicos” (Schulten y Sánchez-Albornoz de un lado, con su tesis del desplazamiento hacia el oeste de los vascones, y Caro Baroja y Mitxelena del otro, para quienes las formas dialectales del euskera dejaría sin sentido una “presunta vasconización de la depresión vasca”), razones que García de Cortázar esquematiza: “desplazamientos generales de los antiguos pueblos; simples desbordamientos parciales de su antiguo solar por cambios en sus dedicaciones económicas, o, más simplemente todavía, a deficiencias y confusiones de ubicación por parte de los primeros cronistas asturianos, que tienen ante sí, durante el siglo IX, una realidad algo distinta a la constatada por los romanos” (GARCÍA DE CORTÁZAR, ”Del Cantábrico al Duero”, Organización social del espacio en la España medieval…, op. cit., pág. 47). Esta última explicación se asemeja a la dada por Bosch Gimpera.

[23] BARBERO, Abilio y VIGIL, Marcelo, “Sobre los orígenes sociales de la Reconquista”, págs. 7 a 72, Visigodos, cántabros y vascones en los orígenes sociales de la Reconquista, op. cit., pág. 41.

[24] BESGA MARROQUÍN, Armando, “El concepto de vascón en las fuentes durante los siglos VI-IX”, Letras de Deusto, vol. 23, núm. 61, 1993, págs. 58 a 68.

[25] Véase SANCHEZ ALBORNOZ, C. “Los vascones vasconizan la depresión vasca”, Vascos y navarros en su primera Historia, op. cit.; BARBERO, A., y VIGIL M., “Sobre los orígenes sociales de la Reconquista: cántabros y vascones desde fines del Imperio romano hasta la invasión musulmana”, en Visigodos, cántabros y vascones en los orígenes sociales de la Reconquista, op. cit.

[26] La televisión vasca emitió recientemente una serie documental titulada “Una historia de Vasconia: euskaldunización tardía”, en la que, según la propia ETB, “el documental mantiene la tesis de que antes del siglo VI en la Vasconia occidental no se hablaba euskera y afirma que a partir de esa época el euskera se consolidó en el entorno de la ciudad de Pamplona, procedente de los valles pirenaicos, desde donde se extendió por todo el territorio de Vasconia”. A juicio de la directora general de EITB, Maite Iturbe, “la teoría que presenta el documental sobre el euskera no está muy extendida, pero investigadores de diferentes campos han puesto sobre la mesa importantes descubrimientos y reflexiones. Este trabajo divulgativo es una aportación que contribuye a enriquecer el debate científico”. Sobre esta controversia véase ALTUNA ENZUNZA, Aitzol, Desmontando la vasconización tardía, libro elaborado por Amazon.com Columbia, SC, 30 de marzo de 2017, en el que el autor se opone a la tesis de la vasconización tardía.

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Selma Huxley, historiadora canadiense reconocida internacionalmente como experta en historia naval, recibió la Medalla de Oro del Aquarium de Donostia San Sebastián.

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Mesa presidencial. De izquierda a derecha, Vicente Zaragüeta, presidente del Aquarium, Josu Erkoreka, portavoz del Gobierno Vasco, Selma Huxley, Mitxel Unzueta, de la Cámara de Comercio de Bibao y Mikel Barkham, hijo de Selma

Selma HuxleyMedalla de Oro de la Real Sociedad Geográfica Canadiense, posee asimismo la Orden de Canadá, dos Doctorados Honoris Causa y el nombramiento como Cónsul Honorario de Bilbao y Amiga de número de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País.

Selma profundizó sus estudios en torno a las pesquerías trasatlánticas a partir de los años 70 y logró localizar abundante documentación inédita investigando en archivos del País Vasco y del resto de la Península. Tal y como afirma Vicente Zaragüeta, presidente del Aquarium de San Sebastián, «sus estudios supusieron un salto cualitativo en el conocimiento de la actividad ballenera y la pesca del bacalao en Terranova, tan relevante en la historia marinera vasca«.

Uno de los principales puertos frecuentado por los arrantzales vascos, en concreto Red Bay (Labrador, Canadá), Sitio Histórico Nacional de Canadá, objeto central de las investigaciones de Selma Huxley, fue declarado justo un día antes del homenaje, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por la aportación de los vascos a la historia de Canadá, lo que ha merecido un espacio destacado en los principales medios de comunicación canadienses. No cabe ninguna duda que la aportación de Selma durante cerca de cuarenta años de investigaciones ininterrumpidas ha resultado muy relevante para este importante reconocimiento mundial a la historia de los vascos.

Selma, rodeada de amigos

Selma estuvo acompañada de miembros de su familia como sus hijos Mikel y Serena, el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, el presidente del Tribunal de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Bilbao y exsenador, Mitxel Unzueta, el presidente del Aquarium, Vicente Zaragüeta, la directora gerente, Esther Irigaray y la exdirectora de relaciones públicas de la Cámara de Comercio de Bilbao, Teresa Querejazu. Asimismo se encontraban muchísimas  personas del mundo de la cultura, Karmele Goñi, Enrique AyerbeSebastián Agirretxe o Andoni Monforte.

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 Momento en que Vicente Zaragüeta, presidente del Aquarium, impone la Medalla de Oro a Selma. Su hijo, Mikel, detrás, no puede disimular su emoción

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 Selma y su hija, Serena Barkham (centro) escuchan a Teresa Querejazu

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De izquierda a derecha, Selma, su hijo Mikel, Isabel Zarauza, alcaldesa de Plentzia, que obsequia a la ilustre historiadora con una botella de vino de reserva de la Bahía de Plencia, Jose Mari Gorordo, autor del blog, Borja Saracho EchevarriaSilvia López de Guereñu y Teresa Querejazu

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Selma, feliz, sonríe, junto con su hijo MikelAndoni Monforte, otrora diputado en el Congreso de los Diputados, consejero de Sanidad y viceconsejero de Comercio y Turismo del Gobierno Vasco y Teresa Querejazu 

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Selma saluda al numeroso público asistente al acto que abarrotó el bello marco del Aquarium de San Sebastián. En la foto aparece arropada por Esther Irigaray, directora gerente del Aquarium (a su derecha) y Mitxel Unzueta (a su izquierda); detrás, entre Josu Erkoreka y Esther Irigaray, se puede ver a Karmele Goñi, exdirectora del Museo Arqueológico y Etnográfico Vasco de Bilbao, miembro de la Junta de Fundadores del diario Deia y amiga de Selma

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Selma y Teresa Querejazu, dos mujeres luchadoras y emprendedoras, escuchan atentas al historiador y editor Enrique Ayerbe   

 

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María Victoria Cañas y Selma Álvarez Barkham, nieta de Selma

 

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Selma recibe la felicitación del representante del Gobierno Vasco, el consejero Josu Erkoreka

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 I

La villa de Bilbao fue fundada dos veces:  primero por Diego López de Haro, V, el Intruso, mediante Carta Puebla, el 15 de junio de 1300, comentada en otra entrada anterior

Estatua de Diego López de Haro, obra del escultor valenciano Benlliure, situada en la Plaza Circular, inicio de la Gran Vía bilbaina

No fue Diego López quien asentó propiamente la población. Bilbao existía como puebla marítima ocupada por mareantes y pescadores, en los que se basó la repoblación. La comodidad del sitio, la hermosa ría que la bañaba en el curso de dos leguas largas convidaba a la organización de una puebla que diese vida y energías al movimiento naviero que existía, y el comercio supliera la esterilidad de la tierra, sólo rica en mineral de hierro, escasamente explotado. En la parte en que se hizo la nueva puebla existían únicamente algunas casas torre, la iglesia de Santiago (hoy en día, la catedral de Bilbao) y algunos labradores y pescadores (Labayru, «Historia General del Señorío de Bizkaya«, Tomo II, 1897).

Diego López erigió Bilbao con complacencia de los vizcainos, llenando una de las condiciones que exigieron siempre los de la tierra a sus señores, esto es, que no se edificase puebla de ninguna villa sin su consentimiento (Ley 8.ª libro 1.º del Fuero).

Repitió la fundación diez años después María Díaz de Haro, otorgando nueva carta-puebla, con expresiones semejantes a la primera y omitiendo la referencia  a la concedida por don Diego.

Siguiendo al historiador José Ángel García de Cortázar, la evolución medieval del casco urbano de la villa conoció tres momentos fundamentales: el primero, el de su creación, en el que Bilbao constaría de tres calles: Somera, Francos o Artecalle y Tendería; en un segundo momento, a partir de 1425, se conoce un primer ensanche con cuatro calles: Pesquería o Belosticalle, Carnicería, Barrencalle la susera y Barrencalle la yusera (Barrencalle Barrena). Sumadas, daría lugar a la denominación del Casco Viejo (Bilbo Zaharra), con su núcleo inicial que ha permanecido hasta nuestros días: Siete Calles (Zazpi Kale).

Luego, hacia 1480 y en adelante, tendría lugar un segundo ensanche, con la creación de la calle Bidebarrieta, Cruz y Ascao.  Otros especialistas agrupan las dos primeras fases en una, la correspondiente a la formación de las Siete Calles.

Área de Bilbao sobre la que se fundó la villa en 1300. A la izquierda de la foto sobresale la catedral de Santiago, en el centro, el Teatro Arriaga y a pie, la torre de la Casa Consistorial

II

¿Por qué se fundó dos veces? ¿Quiere decir que la primera fundación de la Villa fue nula?

La explicación es sencilla. En 1288, a la muerte de Lope Díaz, conde de Haro y señor de Vizcaya, asesinado en Alfaro, tuvo lugar una grave disputa para la sucesión en el Señorío.

María Díaz de Haro era hija de Lope Díaz, por lo que, en base a una mayor proximidad de grado, reclamaba el señorío. Diego López de Haro, hermano de Lope Díaz,  lo hacía en base a que no había existido precedente de que el señorío recayera en una mujer.

«Los vizcainos, que en el caso de fallecimiento de línea eran los propios jueces, respecto de la libertad de aquel señorío, sentenciaron por Diego López, declarándole su señor y jurándole por tal según su fuero…» (de acuerdo con Pimentel, en sus «Reparos históricos a la Historia de Ferreras«, citado en «Historia de los Fueros de Navarra, Vizcaya, Guipuzcoa y Álava«, de Amalio Marichalar y Cayetano Manrique, segunda edición facsímil, de la segunda edición corregida y aumentada de 1868).

Fueron por tanto los mismos vizcainos quienes dirimieron la cuestión.

Diego López de Haro tenía un hijo, Lope Díaz, que era a quien le correspondía suceder a su padre en el señorío de Vizcaya.

No obstante, al rey de Castilla, Fernando IV, convenía, por razones políticas, que el señorío pasase al infante don Juan, casado con María Diaz de Haro, por lo que trató de que Diego López de Haro variase la sucesión y no le heredara a su muerte su hijo, Lope Díaz, como señor de Vizcaya.

La variación de la sucesión está documentada en un acto oficial en el que no interviene el rey, sino los hombres buenos de Vizcaya y asiste, tan sólo en calidad de testigo, el merino mayor de Castilla, Sancho Sánchez de Velasco. Lo recoge así la «Crónica General«:

«Hizo D. Diego juntar a todos los homes buenos de Vizcaya en aquel lugar donde suelen hacer el ayuntamiento cuando toman Señor, que es en Arechabalaga; y estando allí todos juntados, contóles D. Diego todo el hecho en cómo pasara… y ellos respondieron, que, pues lo él por bien tenía, que lo harían ellos; mas que bien sabía de cómo habían hecho homenaje a D. Lope, su hijo, para después de su vida del o a sus hijos, y que cómo podían hacer tantos homenajes. Entonces D. Lope habló con estos hombres buenos y díjoles… que les quitaba el homenaje que le habían hecho: y desde ellos esto vieron recibiéronla por señora en aquella manera que lo solían hacer a los otros señores que fueron de Vizcaya, y hicieron pleito y homenaje de se lo cumplir».

El rey Fernando IV hizo cuanto pudo para lograr que el hijo de Diego López de Haro, Lope Díaz, renunciara a la sucesión, halagando a éste con grandes mercedes, pero el hecho cierto es que, tal y como se aprecia en el texto transcrito, en la renuncia de D. Lope, hijo de D. Diego, y la consiguiente sucesión de doña María Díaz de Haro, para nada interviene el rey, no hay mandato alguno a los vizcainos ni apariencia siquiera de la menor coacción.

Don Diego Lopez de Haro murió en el cerco de Algeciras en 1309 y los vizcainos tomaron por señora enseguida y, conforme a lo jurado, a doña María Díaz, mujer del infante D. Juan, «en aquel lugar que es acostumbrado según el fuero de Vizcaya, así como lo suelen hacer a todos los señores de Vizcaya» (texto de la colección diplomática de Fernando IV, citado por Marichalar y Manrique, 1868).

En recuerdo, Bilbao dedica desde 1879 su Gran Vía a D. Diego López de Haro (arteria principal de la Villa que va desde la Plaza Circular, Plaza de Federico Moyua o Plaza Elíptica, hasta la Plaza del Sagrado Corazón) y a Doña María Díaz de Haro , a quien se puede considerar como «cofundadora» de la Villa, una de sus calles principales, perpendicular a la Gran Vía desde donde arranca para extenderse hasta la calle Autonomía.

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I

El pasado sábado 19 de febrero, las principales arterias del centro de Bilbao quedaron colapsadas por los miles y miles de manifestantes que, sin eslóganes ni banderas, pacíficamente y en silencio, reclamamos la inscripción-legalización de Sortu como una necesidad en el camino hacia la paz.

Asistí a la manifestación con mi amigo Rafa. Habíamos quedado en una de las cafeterías adyacentes, próxima al punto de inicio, porque queríamos estar cerca de la cabecera. Misión imposible. Las miles y miles de personas que habían decidido recibir de frente a la cabecera e irse incorporando desde las aceras, nos fueron resituando cada vez más cerca de la cola, lo que supuso que tardáramos noventa minutos en recorrer alrededor de un kilómetro, el tramo que va desde La Casilla hasta la Plaza de Zabalburu, el mismo tiempo que se necesita para ir de Valencia a Madrid en el AVE.

En la manifestación íbamos gente muy variopinta, de todas las edades, aunque sorprendía la alta participación de gente adulta, hombres y mujeres, de todos los rincones del País Vasco. El idioma predominante era, desde luego, el euskera.

II

Yo siempre he defendido el derecho a participar en las elecciones, activa y pasivamente, a votar y a ser elegido, en una sociedad democrática. Todos tienen derecho a que en las instituciones les representen aquellas opciones políticas que más se parecen a sus pensamientos. Como dice la Sentencia de la Audiencia Nacional de Udalbiltza de 20 de enero de 2011:

 «No es objeto de discusión que la Constitución permite defender por vías pacíficas cualquier idea o proyecto político, incluidos aquellos que suponen una modificación constitucional o una alteración de la actual configuración del Estado...

Es lícita la defensa, por procedimientos pacíficos, de todas las ideas, incluidas la secesionistas o soberanistas y el desarrollo y defensa de los correspondientes proyectos políticos sin que ello implique siquiera un ataque a la norma constitucional…» (FJ 4.1 pág. 35).

Por ello resulta indignante que desde ámbitos políticos y medios de comunicación, públicos y privados, se esté machaconamente dando por supuesta la no legalización de Sortu, presionando de esa manera a quienes van a ser los que tomen la decisión, los tribunales de justicia. A mi juicio, una sociedad democrática avanzada no debe asistir pasivamente a esa presión sin protestar, sin denunciarla.

El ministro de la Presidencia Jauregui, con una larga trayectoria política conocida, vicelehendakari con Ardanza y delegado del Gobierno del PSOE en el País Vasco en los años ochenta, dice que tiene «derecho a dudar» y que los de Sortu deben dar más pasos.

Muy bien, nadie le niega ese derecho. Pero, igualmente, muchos también dudamos de sus intenciones, de sus cálculos electorales,  y de las auténticas razones por las que han actuado y actúan unos partidos políticos, como el PSOE y el PP, que se encuentran en el País Vasco sobrerrepresentados, con más representación institucional de la que les corresponde, y han firmado un pacto de hierro para doblegar a la «poderosa sociedad nacionalista tan influyente, tan enferma y tan cruel«, como se afirma en un artículo de opinión aún no rectificado, firmado por uno de los máximos representantes del actual Gobierno Vasco ¿Por qué desde el nacionalismo español no se respeta al nacionalismo vasco? El día en que se respeten ambos se habrá logrado un gran avance en la convivencia y en la resolución del conflicto político que guste o no, persiste.

Afortunadamente hay sectores desde el ámbito español más proclives a la objetividad y al respeto a las reglas de la democracia, una de las cuales debería ser la prevalencia de la voluntad del pueblo vasco o, para ser más preciso y riguroso, de las distintas sensibilidades que tratamos de convivir en Euskal Herria. Entre ellos, debe citarse las declaraciones de los representantes de las asociaciones de los jueces poniendo en su sitio el valor de los informes filtrados a la prensa de las Fuerzas de Seguridad que afirman vinculaciones jurídicas que no les corresponden, y la opinión de algún experto constitucionalista como Javier Pérez Royo, así como, por excepción, algunos socialistas vascos como el presidente del PSE-PSOE Eguiguren; en el ámbito institucional vasco, el Ararteko (Defensor del Pueblo de la Comunidad Autónoma Vasca).

El análisis jurídico-constitucional de los estatutos de Sortu, por las informaciones que se ha recibido de sus impulsores, encaja jurídicamente en la Ley de Partidos de una manera más que razonable. Disposiciones como la que dicen haber incluido sobre la expulsión de militantes que no rechacen la violencia, no es verosímil que se hallen en los estatutos de los demás partidos políticos.

Además, en la reforma de la Ley de Partidos se ha incluido una previsión para que, ante determinadas  circunstancias sobrevenidas, puedan incoarse ilegalizaciones a posteriori, a las formaciones políticas y a los cargos electos, lo que refuerza el principio de seguridad jurídica, en caso de que no se actúe de acuerdo con los estatutos.

III

«España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, entre otros, el pluralismo político» (art. 1 de la Constitución Española), expresado por los partidos políticos (art. 6 CE). «Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal»  y «tienen derecho a acceder a los cargos y funciones públicas con los requisitos que señalen las leyes» (art. 23 CE), lo que es una concreción del principio de igualdad y no discriminación reconocido en el art. 14 de la Constitución.

IV

La presión popular manifestada en silencio en las calles de Bilbao, como expresión democrática de un sector de la sociedad, debe ser tenida en cuenta junto a principios ineludibles como la prevalencia del derecho de participación en los asuntos públicos, el pluralismo político y la misma esencia del Estado de Derecho.

Legalidad unida a legitimidad democrática.

¿Puede un Estado impedir que 150.000, 200.000 ó 250.000 personas, más específicamente, el 10% o el 15% de la sociedad vasca, con derecho al pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos, se quede sin representación?

¿No es cierto que, de no permitir su participación…, 

                          1. … la representación resultante estaría distorsionada y no reflejaría la voluntad total del pueblo?

                          2. … se estaría aplicando un castigo colectivo a un sector significativo de la sociedad?

¿Es eso propio de un Estado democrático de Derecho?

 

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