Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for the ‘Bilbao’ Category

En 1987, hace ya 37 años, el Banco Bilbao presentó una OPA hostil para hacerse con Banesto. Presidía entonces el Banco de Bilbao José Ángel Sánchez Asiain, y Banesto, Mario Conde. Conocía y traté con ambos. Con Sánchez Asiain tuve más relación en la medida en que entonces el Banco Bilbao tenía su sede central en Bilbao. Tuve varios encuentros con él, en su despacho de Gran Vía, así como con Pedro Toledo que presidía el Banco Vizcaya, con sede central igualmente en la Gran Vía de Bilbao. Los tres habían estudiado en la Universidad de Deusto: Conde, de mi época, alumno de la «Literaria», Asiain y Toledo algo mayores, de la «Comercial», como yo.

Entonces yo era alcalde de Bilbao, y después de conocer que la OPA no iba a prosperar por un defecto de forma, recurso propio de leguleyos de la Junta Sindical de la Bolsa de Madrid, el 6 de diciembre de 1987 escribí un artículo en el Correo Español-El Pueblo Vasco, titulado «Repliegue táctico por el artículo 32«, apoyando decididamente a Sánchez Asiain y su equipo profesional por su iniciativa novedosa, la de hacer un Banco más grande y competitivo a nivel europeo por la adquisición de otro, hipotéticamente complementario.

Este es el artículo:

En el artículo calificaba la iniciativa del Banco de Bilbao de «estrategia inteligente«, «acción coherente y pionera» de modernización con el «objetivo de adaptarse al futuro de un sistema financiero de tremenda competencia internacional«. Bilbao, Bizkaia, origen y polo del sistema financiero estatal, era entonces un gran centro de decisiones, que tomaba de nuevo una iniciativa empresarial estratégica de gran calado.

II

El Banco Bilbao fue fundado el 19 de mayo de 1857, con «privilegio de emisión de billetes en su jurisdicción provincial». Fue banco decano. Su casa matriz estaba en el Arenal bilbaíno, edificio que en la actualidad es de poco uso, algunas exposiciones de arte y poco más. Entonces Bilbao era «un pequeño rincón», con poco más de 15.000 habitantes. Este fue su primer Consejo de Administración, compuesto por personas de la tierra: Pablo de Epalza, José Pantaleón de Aguirre, Mariano de Zabalburu, Gabriel María de Ybarra, Felipe de Uhagón, Benito de Escuza, Vicente de Arana, Pedro Antonio de Errazquin, Luis de Violete, Ezequiel de Urigüen y Francisco Mac-Mahón, siendo su primer director Ambrosio de Orbegozo. En 1957 se publicó el libro «Un siglo en la vida del Banco de Bilbao«. En él se destaca que:

«desde su fundación el Banco intervino en cuantas iniciativas bilbaínas/vizcainas tuvieron lugar: «puerto, talleres, fábricas, pequeñas industrias de transformación, empresas familiares, patentes extranjeras, investigaciones mineras, fundaciones, ferrerías, molinos, carreteras, ferrocarriles…; todo interesaba a los bilbaínos, porque todo podría traerles progreso…, y no había paso interesante de un grupo de vizcaínos que el Banco de Bilbao no acompañara con su asistencia, ni empeño incitador que el Banco de Bilbao no hiciera suyo, en orden a facilitar medios para que la voluntad de triunfo de aquellas generaciones no se frustrase».

III

Mirando con perspectiva histórica, la idea pionera de 1987 de adquirir tamaño para competir internacionalmente con ventaja, nacida en Bilbao, ha triunfado. Lo demuestra el hecho de que a partir de aquella iniciativa, sobre cuyos motivos extraprofesionales para el fracaso se ha escrito poco, han surgido numerosas fusiones bancarias, entre ellas una muy transcendente para el País Vasco, la posterior fusión entre el Banco Bilbao y el Banco Vizcaya, surgiendo BBV, entidad que de un plumazo borró de su nombre los dos territorios que la vieron nacer, sin que nadie lo explicara. BBV se olvidó de los nombres de Bilbao y Bizkaia, y de sus instituciones sociales, empresariales y universitarias, de sus profesionales, que fueron los que les aupó hasta la cima del sistema bancario. ¡Qué olvido imperdonable!

Y no solo eso. Tras el fracaso de la OPA Bilbao-Banesto, la fusión alternativa y de manera amistosa del Bilbao y el Vizcaya dio lugar al BBV, con la copresidencia de Asiain y Toledo, profesionales de Bilbao, formados ambos como he dicho antes en la Universidad Comercial de Deusto, y con una mayoría de consejeros y directivos vascos. Celebraron la efeméride con una cena en el último piso de la torre de la Gran Vía del entonces Banco Vizcaya, a la que asistimos como invitados el Diputado General de Bizkaia, José Alberto Pradera y yo mismo en calidad de alcalde de Bilbao. Poca gente conocerá el hecho de que con motivo de la fusión, como alcalde de la Villa, les pedí a ambos presidentes, Asiain y Toledo, que, en recuerdo y agradecimiento a la ciudad en la que los dos bancos se fundaron y crecieron, ayudaran al ayuntamiento con muy pocos recursos y a las gentes de Bilbao y financiaran el entonces recuperado para la Villa «Parque de Etxebarria«. Ambos dieron «la callada por respuesta».

IV

A partir del BBV, siguió la fusión posterior con el Grupo Argentaria, un banco este muy complejo, privatizado en tiempos del Partido Popular, heredero de la tradición pública española, y el nuevo ente, BBVA, se fue desligando de la ciudad creadora de los dos bancos principales, Bilbao y Vizcaya.

Bilbao fue perdiendo peso progresivamente como centro de decisiones. La sede de Gran Vía del Bilbao y la torre del Vizcaya se vaciaron de directivos y líderes de las decisiones no solo bancarias sino también industriales y tecnológicas, trasladándose la mayor parte de nuestras élites profesionales a Madrid, donde se construyeron nuevos e imponentes edificios para albergar a los ejecutivos vascos, que o emigraron allí de manera permanente o llenaban los vuelos Bilbao-Madrid-Bilbao de los lunes y de los viernes, dejando vacías las sedes de la Gran Vía de Bilbao, menguando de esta manera el peso específico de Bilbao como centro preeminente de decisiones empresariales.

¡Qué poco se reconoce este hecho constatable cuando se habla de los que se fueron del País Vasco por otros motivos políticos!

V

El año 2007, un grupo de historiadores especialistas dirigidos por el académico de la Real Academia de la Historia, Manuel Jesús González, publicaron una obra, sobre la historia del BBVA, que no era otra que la desaparición como entidades independientes de los dos grandes bancos, Bilbao y Vizcaya, o de su unión, BBV, y sus directivos relegados a los nuevos de Argentaria. En la «Presentación» del libro, el entonces presidente del grupo, proveniente de Argentaria, esto es, del banco no vasco de la fusión, Francisco González, dice que la historia de BBVA «es la de una gran aventura, desarrollada en marcos políticos, sociales, económicos, culturales y tecnológicos muy distintos: desde la modesta actividad puramente local en la plaza de Bilbao, a mediados del siglo XIX, cuando la industrialización era incipiente, a la configuración de bancos de ámbito nacional, ya avanzado el siglo XX, y a la constitución de un gran grupo multinacional, presente en más de treinta países».

A mi juicio, estaba apuntando a lo que iba a ser el futuro bajo su presidencia, sugiriendo subrepticiamente que la A de Argentaria iba a ser clave del desarrollo del nuevo banco, pues dejaba de ser «local» (vasco) para pasar a ser «de ámbito nacional».

Desaparecidos el Bilbao y el Vizcaya, y su unión BBV, inmersos en ese ente nuevo BBVA, se perdió para siempre el nombre de la ciudad en la que los dos bancos vascos nacieron y crecieron, muy diferente por cierto de lo que hizo la familia Botín fijando el nombre de su ciudad, Santander, como nombre del banco que iba creciendo en los sucesivos procesos de fusiones y adquisiciones, entre ellas, por cierto, la de Banesto.

En el nuevo Banco, BBVA, quien más ha perdido ha sido Bilbao, Bizkaia, el País Vasco en su conjunto, pues aunque se siga llamando por algunos «banco vasco», su presencia en nuestro territorio se ha ido mermando progresivamente: un día al año se celebra de la Junta General de accionistas en el Palacio de Euskalduna de Bilbao y la sede permanece. Pero el día a día de las decisiones, tiene ahora lugar en Madrid.

VI

Ante la iniciativa de la actual OPA del BBVA al Sabadell, es conveniente recordar la historia y subrayar la cada vez mayor insignificancia que los actuales gestores dan al País Vasco, por lo que coincido plenamente con las recientes declaraciones del líder nacionalista Andoni Ortuzar cuando, al ser preguntado sobre la OPA lo que destaca no es su opinión sobre la OPA en sí, sino lo que reclama y espera «que no se retraiga aún más el ya corto vínculo vasco del Banco con Euskadi«, lo que es una crítica acertada y muy severa a la trayectoria del BBVA de los últimos años.

Read Full Post »

VECUNIENSES HOC MUNIERUNT

El historiador Henao dedica un capítulo de sus Averiguaciones a inscripciones romanas que se hallaron en el territorio que él denomina Cantabria, que incluía Vascongadas, en concreto a la actual Bizkaia. En un párrafo dice que

“… en el camino de Bilbao a Gatica, en el distrito de Axpolueta, al pie de una gran peña, por la parte que cae al camino, hay unas letras de antigüedad romana…; el rótulo epigráfico dice en latín:

«Vecunienses hoc munierunt

Henao trata de ubicar el lugar diciendo que

“si de la igualdad de nombre hemos de valernos, serían los de Begoña, nombre de la 36 anteiglesia …”, cercana a Bilbao; añade que a pesar de estar muy distante del distrito de Axpolueta, sin embargo, subraya que “oí a algunos que Begoña se extendía antiguamente hasta Sondika”, con lo que, de ser cierta la conjetura, “la antigüedad de los begoñeses aún en tiempos de romanos” estaría documentada», concluye.

A partir de estos textos, destacados autores han ido incluyendo la referencia a Vecunia y los vecunienses, con distintas opiniones: desde Iturriza, que considera que “Vecunia” está en la anteiglesia de Lujua (Loiu), hasta Hübner, que consideró sospechosa la autenticidad de la epigrafía.

El año 2003, Miguel Unzueta y Fernando Fernández publicaron en la revista Bidebarrieta un trabajo titulado “Vecunienses hoc munierunt”, que traducen como “los vecunienses construyeron esto”.

En su estudio sostienen que “con toda probabilidad existió una entidad básica de poblamiento, que, a partir de un grupo gentilicio prerromano, del que al menos toma la denominación, se consolidó en época romana, probablemente como una civitas denominada Vecunia.

Y de los tres tipos de asentamiento:

  1. Si fuera el de poblados indígenas de estructura castreña [yacimientos de Berreaga, en Munguía-Zamudio, Kosnoaga (Gernika) o Arrola (Navarniz)], Vecunia podría localizarse en el castro de Berreaga, por ser el más próximo e importante;
  2. Si se trata de un poblado romano de nueva planta, se decantan por la zona de Bilbao La Vieja, preexistente a la fundación de la villa, y
  3. Si se tratara de poblado de media ladera (tipo los yacimientos de Finaga o Momoitio), sería factible localizarlo en el entorno de Begoña, aunque hasta 2003, “no ha aparecido ningún resto prehistórico ni romano”. Consideran que el epígrafe de Axpolueta (Lujua) es auténtico, y dejan abierta la posibilidad de que “Vecunia esté esperándonos oculta en cualquiera de los lugares posibles citados (Berreaga, Malmasín, Bilbao La Vieja, Begoña…)”.

Estos son algunos antecedentes bibliográficos de una inscripción epigráfica sobre un pueblo o tribu denominado «vecunienses».

Desde el año 2003 se ha avanzado en la investigación y hoy conocemos que la Diputación Foral de Bizkaia por medio de su Departamento de Cultura, junto con el Obispado de Bilbao van a iniciar una investigación arqueológica, el proyecto Begoña/Vecunia que descubra nuevos datos e informaciones, dado que la opción de Begoña ha sido identificada con la histórica «Vecunia«.

Curiosamente, el obispado de Bilbao, creado hace tan solo 75 años, fue fundado con el nombre de Obispado de Flaviobriga, siendo Flaviobriga una colonia romana de tiempos de los Flavios, concretamente en la época del emperador Vespasiano. Al parecer, las autoridades eclesiásticas de 1949 y no solo ellas, puesto que entre otros el que fuera alcalde de Bilbao e historiador Gregorio de Balparda, también, creyeron erróneamente que Flaviobriga estuvo en Bilbao, aunque en la actualidad se identifica pacíficamente con Castro Urdiales.


Read Full Post »

Gogoratzen naiz orain dela 30 urte, 1988 ean uste dot, alkate izanez..,
EAJren nagusiekin hain zuzen, eztabaida gogor bat euki nuen nik prestatutako laguntzagaitik…

Km pare bat egin nituen, udaletetxetik Begoñara

Gogoratzen naiz Elene egindako keinu hori

Read Full Post »

El desenlace del proyecto del cubo de la Alhóndiga fue una de las claves que explica mi dimisión. Lo había dicho en reiteradas ocasiones, dentro del partido. Insistía en su importancia para dinamizar el área metropolitana de Bilbao y no comprendía los innumerables obstáculos del ejecutivo autónomo. Mucho menos podía justificar la ineficacia de la cúpula del PNV para hacer efectivo un compromiso electoral de esta envergadura. En la ejecutiva decían que estaban de acuerdo con la idea, pero no conseguíamos los permisos para iniciar las obras. Josu Bergara, a la sazón secretario de la ejecutiva del partido (EBB del EAJ-PNV), intentaba hacer de puente entre el Ayuntamiento y Vitoria. Le teníamos plenamente informado de todo. Acudió con nosotros a casa del arquitecto Francisco Javier Sáez de Oiza en Madrid, a conocer de primera mano el trazado, la maqueta y detalles del diseño antes que se diera a conocer a la opinión pública. Todos, ejecutiva y gobierno, tuvieron la oportunidad de dar su opinión, aportar sugerencias, cambios, modificaciones. Nada dijeron. Se mostraron satisfechos de lo que vieron en Madrid.

Bergara fue testigo directo, actor él mismo en ocasiones, y sujeto paciente, del incalificable comportamiento de los representantes del Gobierno vasco, responsables de Cultura y Presidencia.

Se convirtió en un auténtico calvario.

Ya en el comienzo, desde la cúpula del partido, habían hecho unas desafortunadas declaraciones, en plena campaña electoral, allá por marzo de 1987, cuando dijeron que:

«eso de hacer un centro cultural en la Alhóndiga no es más que una manifestación hecha por Gorordo a un periodista a las ocho de la mañana, tras pasar una mala noche».

Por lo visto, no gustaba mucho la idea dentro de la dirección del PNV. Tuve que soportar la injusta paradoja de que algunos de los que más se habían significado en la escisión política por sus coqueteos con EA, y más habían dudado de seguir en el PNV, fueran los principales opositores al cubo de la Alhóndiga. Personas concretas de Cultura, con nombres y apellidos, a las que nadie nunca les abrió ningún expediente.

Utilizaron todos los procedimientos a su alcance para boicotear el proyecto; y al final lo consiguieron.

Resultó especialmente lamentable la intervención de la cúpula del PNV en el proceso. Por algunas de sus acciones y, sobre todo, por las omisiones. Empezaron, ya en la campaña, con la impertinente declaración que antes he comentado. Su calculada y limitadísima actuación, su inhibición, en definitiva, fue decisiva para el desenlace final. Sabían perfectamente que en el departamento de Cultura y en la presidencia del Gobierno vasco se oponían. Pero hicieron muy pocos esfuerzos para que se arreglara la situación. Su única y tardía aportación, como luego veremos, parece más bien dirigida a salvar su propia responsabilidad que a resolver el conflicto.

Nunca entendí sus planteamientos huidizos para con Jorge Oteiza. Les llamé varias veces invitándoles a un encuentro con el escultor para que trataran de reconciliarse y aprovecharan su prestigio y su fuerza creadora para inyectar nueva savia en la política cultural, al tiempo que podían ofrecerle un desagravio por el incalificable comportamiento hacia su persona con la campaña del busto de «Sabino Arana», que Oteiza ofreció desinteresadamente para que se pudiera hacer una Fundación en la casa donde nació el fundador y promotor del nacionalismo vasco. Nunca le explicaron nada de la recaudación de fondos de la misma, ni de la marcha del proyecto.

Oteiza se consideraba utilizado y recusado al mismo tiempo. Por ello, ante mi oferta de colaboración abierta, sin condiciones, no lo dudó un momento y acabó ilusionadísimo. Sería la culminación de todo lo que a lo largo del tiempo había propuesto al Gobierno vasco. Recordaba su oferta al Gobierno de Aguirre y la repitió a la Administración surgida tras las primeras elecciones de l977: la creación de un Instituto Internacional de Investigaciones Estéticas Aplicadas. Primero lo había pensado instalar en el edificio de Sabin Etxea. Le rechazaron sin explicaciones. Y lo repitió de nuevo para el Centro Cultural de la Alhóndiga. Por ello se sentía satisfecho.

Sospecho que tenían mala conciencia de que no nos apoyaban lo suficiente, porque un buen día, con el proyecto en peligro de no prosperar por las sucesivas maniobras del Gobierno vasco, la dirección del PNV me envió un mensaje diciendo que se ofrecían a organizar una reunión con un arquitecto de la Junta de Patrimonio (organismo supuestamente técnico en manos del Gobierno vasco), que se oponía a la intervención en la Alhóndiga. No sabíamos si la querían hacer a espaldas del Gobierno vasco, del lehendakari y de Cultura o si contaban con su beneplácito.

Era un sábado por la mañana. Me encontraba en Madrid en casa de Paco Sáez de Oiza, junto a Jorge Oteiza. Debatimos la cuestión. ¿Qué pintaba en aquella circunstancia la cúpula del PNV mediando en un conflicto del que ellos eran los causantes directos, por no apoyarlo en los momentos clave anteriores?

Oteiza no quería acudir. Nos hizo un análisis preciso, estratégico, de la situación y sostenía que no teníamos que negociar nada con nadie. Acceder a ello era una muestra de debilidad por nuestra parte. Sáez de Oiza y yo, aunque con dudas y vacilaciones, optamos por lo más pragmático, opinando que había que acudir a la reunión, que había que intentarlo.

En este ambiente se celebró esa importante reunión, -que no trascendió a los medios de comunicación-, entre miembros de la dirección del PNV, en concreto su presidente Javier Arzalluz, su secretario Josu Bergara y Mitxel Unzueta, que acudieron junto a uno de los arquitectos de la Junta de Patrimonio que más se oponía al proyecto. Por nuestra parte, Sáez de Oiza, Jon Intxtaustegui y yo mismo, en calidad de alcalde de Bilbao.

La reunión sería muy tensa. Quedamos en que la íbamos a grabar, lo que denota el grado de desconfianza. Acudíamos a la cita después de haber soportado una intensa campaña en contra. Tanto por parte de un grupo de arquitectos y ciertos colectivos, como por el Gobierno vasco. No podía comprender, ni aceptar, la actitud aparentemente neutral que estaba tomando el PNV puesto que el asunto les afectaba e involucraba, al ser un compromiso electoral, el más sobresaliente, conocido e importante. Se estaban lavando las manos, permitiendo al Gobierno una oposición frontal al plan y, encima, querían aparecer ahora como mediadores. Era el colmo.

Reproduzco aquí la transcripción literal de la parte de la reunión en defensa de nuestro proyecto. El arquitecto Sáez de Oiza estuvo brillante en su intervención. Fue, con mucho, lo mejor de una reunión de triste recuerdo. De lo que dijo entresaco las partes más significativas:

– «Yo no sé qué voy a exponer. Es muy difícil, muy polémico y muy violento. Yo soy tan violento como Oteiza; hasta ahora no he tenido la pureza esa que tiene Jorge de actuar, que me permite hacer obra que a él casi se le niega por su manera, dijéramos, personal, de ir contra sí mismo…la defensa de una situación casi visionaria, utópica de la realidad que es inalcanzable y por tanto siempre es hermosa. Yo me implico más con obras que hago y por tanto confieso que no soy tan puro ni tan perfecto, ni tan …».

Con esta introducción, Oiza justificaba nuestra presencia allí. Dejaba clara nuestra voluntad de consenso y pragmatismo y, en cierta manera, respondía a Oteiza que ese mismo día por la mañana había defendido en Madrid que no teníamos que ir a la reunión, que sería una trampa. Como antes he comentado, decidimos acudir porque queríamos que se hiciese el proyecto y estábamos dispuestos a aceptar nuevas condiciones.

– «Y en este orden de cosas yo diría, de entrada, le voy a decir, de entrada, violenta: yo, es que cuando le guste a la Junta, no lo voy a hacer. Eso lo veo evidente, lo veo evidente y el día que a Chueca le guste -que no sé si Chueca aparece en todo esto- es que ese día no lo hago para nada. Es decir, tengo mi sentido de la responsabilidad y del prestigio y de lo que es la buena arquitectura que se merece un pueblo, como el pueblo vasco, y entonces no estoy dispuesto a hacer aquello que a otros les guste cuando a mí me parece que no es posible, ni viable, ni factible, ni humanamente realizable».

COMENTARIO. Si de verdad querían resolver el litigio, tenían que haber suspendido la reunión en ese momento y apoyar el proyecto, así de sencillo. Si Paco Oiza era quien era, con todo su prestigio, sus concursos ganados, sus premios, etc., ¿quiénes eran ellos para dar el capricho a un amigo suyo, que aún no ha puesto encima de la mesa nada comparable a la obra de Oiza?

No es fácil imaginarse qué estarían pensando, mientras Oiza hacía unas manifestaciones tan contundentes.

– «Me han dicho que agrede», dijo, con cierto aire de ofendido, » y yo no sé a qué agrede…»

– «He preparado unas notas…». Empezó hablando de la torre Eiffel. Luego pasó a temas de fondo. «En la cuestión de la restauración en que hay mucho que hablar, tengo claro que hay que preservar el legado del pasado, pero hay que hacer posible también la visión del futuro y la transformación de Bilbao desde la alameda ésa que hay al otro lado de la ría hasta lo que es el Bilbao actual. La Alhóndiga es un edificio menor, de segunda clase, que se podría derruir olímpicamente; yo estaría dispuesto. Ustedes me dicen: oiga, ¿usted firmaría tirarla? Cuando quieran se lo firmo. Oteiza, por supuesto, a lo mejor Moneo también y muchísimos arquitectos».

– COMENTARIO. Había puesto el dedo en la llaga. Un edificio, que, ni es el mejor de Bilbao, ni el mejor de Bastida. Que se puede tirar, a juicio de muchos arquitectos y artistas, que el cubo respetaba sus fachadas y, aun así, teníamos que ver cómo otros estaban intentando cargarse la idea misma.

– «Pero si la memoria del pueblo vasco y las gentes de Bilbao, lo tienen tan arraigado…»  –lo que no estaba nada claro, a juzgar por la encuesta mencionada, pues sólo eran un 20% de los bilbaínos los que se oponían al proyecto-.  «…Si esto es así, se puede aceptar, yo lo acepto, que se preserve parte de ese material, sobre todo, porque en la memoria de Bilbao tiene un cierto peso. Pues perfecto, se puede salvar. Ahora, lo que se puede hacer en la Alhóndiga, pensando en el amor que tengo al pueblo vasco, es algo esplendoroso, y esplendoroso es mirar al futuro y ver lo que puede ser Bilbao dentro de unos pocos años a partir de un gobierno como hay ahora, más nacionalista, más vasco, más propio».

– «¿Qué podemos hacer?. ¿Qué es salvar la Alhóndiga?». Bueno, pues salvar la Alhóndiga es destruirla, o sea, salvarla con sentido de futuro es destruirla y montar sobre ese solar esplendoroso, que no tienen vecinos, que se puede fácilmente limpiar, montar un centro cívico, si se quiere, para la ciudad. Un centro cívico impresionante. Para eso no hay que usar muchas piedras de la Alhóndiga, que tiene muy pocas por cierto, pues casi todo es revoco y ladrillo, o sea que tampoco tiene materiales muy nobles que salvar…  Pretender, como dice algún miembro de la Junta, salvar 3 crujías ó 5; además para colocar como un patio de manzana en el interior para ventilar un poco…  Pero, ¡si este edificio no tiene interior! Si esto no hay quien lo suscriba, que este interior de columnas, cada 4,5 metros ó 5, todas degradadas, sin resistencia física. ¡Si no tiene interior! Y el exterior es discutible…»

– «Mi punto de vista es clarísimo. O sea, que no se trata de un caso de difícil actuación, sino fácil. Se podría limpiar, como está el solar de Santiago Apóstol, convocar un concurso internacional y decir: ¿Qué se merece el pueblo vasco ahora, si quiere construir un centro cultural, que sea más que un hipermercado, que un centro comercial, que un lugar de éstos dijéramos, de economía dineraria, que tenga más un fundamento cultural? Muy fácil, pues muy fácil, mirar poco al pasado…».

En ese momento Oiza pasa revista al pasado y al concepto de transformación de las ciudades:

– «..Los planos tienen que llevar fecha. El Bilbao de hoy no es el de ayer. Paseando por la historia, uno descubre que la ciudad es un objeto en continua transformación y hay casos singulares como Venecia que son esplendorosos, pero que son verdaderas momias, verdaderos cadáveres. Como ha dicho algún autor, Venecia es de las pocas ciudades que no tienen futuro, porque su futuro es su presente, que también es su pasado».

Continuó hablando del Partenón, Brunelleschi, Paladio, Hernán Ruiz el joven, el Obradoiro de Santiago de Compostela…

– «De manera que siguiendo esta alegación, diría ¿qué tengo que hacer con este material que se me entrega para seguir adelante, proyectarme sobre el futuro y entregar a Bilbao una arquitectura que yo mismo no sabría hacerla si no hubiese tenido la Alhóndiga?.  Pero, a lo mejor, la Alhóndiga, como le pasó a Paladio, puede morir en la batalla. La Alhóndiga sólo me permite a mí ser mejor para hacer una solución vasca esplendorosa como no pueden tener los de París».

– COMENTARIO. Alguno podría pensar que Oiza se estaba poniendo a la altura de los mejores. Es cierto. Pero lo que no cabe ninguna duda es que su prestigio, sus obras y sus reconocimientos y premios le sitúan en un nivel muy alto.

– «Porque todos estos hechos son históricos, es decir, oiga, la Alhóndiga puede morir, pero, desde luego, no morirá si ha sido la causa de que se genere ese paso trascendental en la arquitectura vasca, que ha permitido hacer una plaza cubierta en los días malos, cerrada, con un diedro, especie de frontón simbólico, sobre el que desarrolla un museo, un centro de investigaciones estéticas. Pero ya le digo mi punto de vista en las alegaciones. Yo quiero ser tan histórico como los arqueólogos, pero no sólo arqueólogo, porque terminan su misión preservando los edificios, y la función de la ciudad no es preservar los edificios que tiene. Uno de sus parámetros es la conservación de los edificios que tiene y, otro, es mirar hacia el futuro, ver sus políticos, sus gobernantes y saber a dónde va ese pueblo, porque ese pueblo no puede estar donde estaba, camina como todos los pueblos de la tierra. Entonces mi misión es decir:  recibo la Alhóndiga, me planteo el problema y sé que tiene que morir gran parte. Oteiza, y tiene razón, yo les digo, tiene razón, está molesto conmigo, porque conservamos tres fachadas, no debiéramos conservar ninguna. Él, con mucha más sabiduría dice: sólo hay que conservar como reliquia tres fragmentos de la fachada en un determinado sitio».

– COMENTARIO. A esta altura de su intervención, que nadie se atrevía a interrumpir, se veía claro que se estaba dirigiendo al partido que gobernaba en Euskadi, con apoyaturas contundentes. Y estaba hablando desde su autoridad que, en el mundo de la arquitectura, no es pequeña. ¡Qué poco se imaginaba Oiza, en esos momentos, el ínfimo impacto que causaría en la cúpula del PNV!

Oiza continuaba:

– «Claro que la misión de un conservador es conservar. Pero una ciudad, usted que es un político de altura, que gobierna las ciudades desde todos los ángulos, pues dirá: tengo que oír al conservador para ver cómo se debe conservar lo que se debe conservar de aquí, y tengo que mirar al hombre del futuro, al visionario, cuando me dice cómo va a ser Euskadi dentro de 20 años, no vaya a ser que nos quedemos atrás y otros pueblos mucho menos dotados, estén por delante de nosotros. En nombre de la Historia, tomaré el material del pasado, un mercado de vinos de Bastida, para por sugestión de la ciudad, hacer una propuesta de un Centro Cultural vivo, en un punto neurálgico como es éste. Porque el Centro Cultural no se puede colocar en otros sitios, sino en lugar céntrico, para montar algo que sea fundamentalmente plaza y cubierta».

– «No hay más solución que la que hemos propuesto, es decir, utilizar este material del pasado para proyectar sobre él, el futuro. Si no tuviéramos este material, posiblemente no sabíamos ni lo que hacer».

Continuó con algún comentario sobre la pirámide del Louvre, o el «Arco de la Defensa«; y, por último, mencionó la gran habilidad política de Mitterrand con todo lo que está haciendo; y pasó a referirse al arquitecto de la Junta Asesora, allí presente:

«Vosotros, gran parte de la Comisión, estoy seguro que sois gente que estáis cumpliendo una función muy agradable y muy interesante de preservar el pasado, pero, ¡no os paséis!, porque no se vive sobre el Madrid de los Austrias, ni se vive sobre una ciudad medieval. Se vive hoy y lo que pasa es que si vivimos hoy tenemos que tener amor a nuestros padres y antepasados y conservar y preservar esos castillos, esas villas, esos recintos maravillosos que tiene el País Vasco, pero, no solamente preservándolo, conservamos lo que es el pueblo vasco. Es como navegar. Navegar es conocer las estrellas, es decir, tener puntos fijos, sin puntos fijos a los que anclarte no puedes proyectarte hacia más adelante».

Aquí terminó su turno. El arquitecto de la Junta quiso decir algo, a lo que Oiza replicó que no merecía la pena porque no se iban a entender. Y él lo que pedía era una decisión política, como yo había hecho, al principio de la reunión:

– «Les pedimos a los políticos que busquen personas que enriquezcan la Comisión y que sean menos preservadoras y más abiertas a un futuro esplendoroso para esta hermosa ciudad».

Aún volvió a emplazar a la dirección del PNV cuando dijo:

– «Pero yo sé, yo sé, le digo la verdad, que cuando digan: Esto, adelante, el País Vasco va para adelante».

– «Nada más. Hay que saltarse a la Comisión. Habrá que saltársela».

Los políticos no pudieron rebatir ninguno de los argumentos. No así el arquitecto de la Junta, que tuvo que acabar en el insulto, calificando el proyecto de disparate, olvidándose en aquél momento del tono de moderación, de la supuesta buena voluntad que decían que tenían. Y como vieron que se estaba desenmascarando, el representante del PNV terció en la conversación:

«Esta reunión que hemos hecho, para ver si llegamos a algún punto que, después, allí pudiéramos… No lo hemos conseguido, no lo hemos conseguido».

Oiza, replicó inmediatamente:

«Sí, yo estoy convencido de que está convencido. Ustedes se merecen este proyecto y ustedes deben salvarlo».

Los representantes políticos habían empezado a eludir sus responsabilidades, desde el preciso momento en que Oiza les atribuyó la capacidad para decidir. Ya no quisieron saber nada y siguieron con evasivas. Se escabullían. Cuando les interesa, aplican la filosofía de «esperar y ver«, para apuntarse a cualquiera de las situaciones futuras. Así, ocurra lo que ocurra, ellos no han tomado partido previamente, no han apostado, no se han desgastado.

Paco Oiza no se daba por vencido y en los últimos minutos de la reunión seguía aún esperanzado. Añadió, dirigiéndose directamente al presidente del PNV:

– «Sí, sí, se hace, se debe hacer. Voy a hacer la Alhóndiga porque creo que es usted inteligente y sabe medir lo que hay de verdad en una postura, que es muy defendible, y en la otra mía y al final dirá: pues algo de razón tiene Oiza, hay que mirar para adelante».

La última intervención de Oiza no dejaba lugar a dudas acerca de la responsabilidad que, en la toma de la decisión, atribuía a los políticos. Afirmó, dirigiéndose al arquitecto:

– «Tenemos posturas encontradas, pero para eso están estos señores, los políticos, por encima de nosotros, y ellos son los que tienen que resolver. Habrá que buscar una comisión especial, un segundo informe que resuelva, un asesoramiento de un extranjero o simplemente decir: esto se para, se hace un concurso internacional y se resuelve. Cualquier camino es bueno, menos el empecinarse y decir que hay que salvar la Alhóndiga. Seriamente, honestamente, no deberíamos salvarla. Eso lo digo de verdad y alguna vez se me ha escapado. Cuando he venido por aquí y la he visto, me digo a mí mismo: esto se podría tirar todo. El edificio ese que hay enfrente, ese garaje, –el garaje del RAG– vale más, desde el punto de vista de la arquitectura».

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Me ha parecido imprescindible recoger el contenido de la intervención del arquitecto en la reunión, transcrita literalmente, para que el lector pueda llegar a entender el proceso posterior, así como formarse una idea cabal de los responsables de que el proyecto no se haya hecho.

No quisieron volver a saber nada de la Alhóndiga. Su conciencia quedaba tranquila y lo demás, a lo que saliese. Y así salió. Pero tengo que decir que, en esta inhibición, está la clave de los conflictos posteriores. Ellos se creían con derecho a no intervenir, ni apoyar, sin importarles que no pudiésemos sacar adelante el gran proyecto, que tan brillantemente había defendido Oiza en esta ocasión.

Ahora, que lo estoy recordando, siento orgullo de haber elegido a ese tándem Oteiza-Oiza, escultor-arquitecto tan potente, luchador, eternamente joven, con el apoyo del bilbaíno y también arquitecto Daniel Fullaondo, y haberles dado la máxima libertad de creación, en mi condición de alcalde de Bilbao.

Fue una experiencia maravillosa y la memoria del Cubo de la Alhóndiga persiste en los hombres y mujeres no sólo de Bilbao, sino del País Vasco y otros lugares.

De izquierda a derecha, Jon Intxaustegi, Jorge Oteiza, Francisco Sáez de Oiza, José María Gorordo y Juan Daniel Fullaondo

Maqueta del proyecto del «Cubo de la Alhóndiga» diseñada por el escultor Jorge Oteiza y el arquitecto Francisco Sáez de Oiza y su equipo. Se aprecia que las fachadas del viejo edificio se respetaban.

Read Full Post »

Aurresku del alcalde en Begoña

Siendo alcalde de Bilbao, recuperé una tradición con motivo de la fiesta del 15 de agosto, que se celebra en Begoña al comienzo de la Aste Nagusia.

El aurresku es un baile de saludo y de respeto que habitualmente se baila a la Autoridad o a la persona a la que se quiere mostrar un respeto.

La Virgen de Begoña tiene una gran fuerza para todos los vizcainos. Aunque el verdadero día de la Virgen de Begoña es el 11 de octubre, sin embargo, el 15 de agosto es el día de la gran fiesta y se celebra en Begoña. Desde pequeño había sentido un gran respeto por esa tradición. Recuerdo siendo niño, con 8 ó 10 años, cómo bajaban cuadrillas de jóvenes de Gorliz hacia Plencia, donde se les unía más gente con el fin de llegar a Begoña, caminando toda la noche para recorrer los 25 ó 30 Kms. de distancia.

Había oído algo en relación con una vieja costumbre de que la autoridad bailaba un aurresku, precisamente en Begoña. Por más que quise enterarme solo pude descubrir que a principios del siglo XX algún alcalde lo bailaba, pero nada más.

En la explanada situada detrás de la Basílica, tras la misa, solía tener lugar un acto cívico en el que participaban la Banda de Música, la de Txistularis y diversos grupos de danzas. El comienzo del acto, como es habitual en el País Vasco, consistía en un aurresku de honor, bailado por un dantzari.

El 15 de agosto de 1987, recién elegido alcalde de Bilbao, quise dar una interpretación distinta al baile tradicional, acorde con el sistema democrático, que significara que, si bien a lo largo del año, el aurresku se bailaba en honor de las autoridades, una vez al año, coincidiendo con el comienzo de las fiestas, iba a ser la primera autoridad municipal la que lo bailara en honor y respeto del pueblo, mostrando que es el pueblo y no la autoridad, el verdadero titular del poder, que lo ejerce mediante el ejercicio del voto libre. Así lo dejé escrito en mi libro «La política de otra manera» (1993, pág. 104):

«Bailo al pueblo de Bilbao, reconociéndole que si tengo autoridad como alcalde es porque es ese mismo pueblo quien me la otorga«

Y añadía:

«Le quise dar un significado de acuerdo con la democracia que vivimos. Un alcalde tiene que ser de todos. No sólo de los de su partido. No sólo de los que le han votado. Sino de todos y de todas. Y esa regla debe valer siempre, aunque cueste el cargo. El alcalde representa a toda la ciudad y su trabajo debe servir al interés general de los vecinos y vecinas» (pág. 98).

Así lo hice los años en que tuve el honor de ser alcalde de Bilbao (1987-1990).

La expectación era enorme y debo decir que para bailarlo ante varios centenares de personas que se arremolinaban en la plaza de detrás de la Basílica, había que ensayar duro. Yo lo hice en el ayuntamiento, en la alcaldía, aprendiendo los pasos de Ramón, experto dantzari y de los txistularis Boni y Mikel.

En mi caso, la forma de bailarlo era vestido de chaqué, como entendía que corresponde a la solemnidad del acto, situado en el centro de la plaza, bailándolo solo, sin compañía. Con alguna excepción, los siguientes alcaldes han continuado la tradición, aunque variando algo el modo de la danza, yendo el alcalde el aurreskulari (el bailarín que va por delante, el primero), acompañado de un segundo dantzari, como lo ha hecho el nuevo alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto.

Read Full Post »

Fecha, autoridad que otorgó la carta puebla y demás circunstancias de la fundación de Bilbao son datos que resultan poco conocidos por lo que  merece la pena tratar de aclararlo.

Dejo para otra ocasión el análisis del contenido específico de la carta y fuero aplicable.

I

Se suele dar por hecho y es comúnmente admitido por todos, incluida la propia institución municipal, que la carta puebla fundacional de la villa de Bilbao fue otorgada por Diego López de Haro V, el 15 de junio de 1300, tal y como consta en el documento conservado en el Archivo Histórico Municipal de Bilbao.

Sin embargo, dicha afirmación debe ser matizada con otros hechos históricos que también tuvieron lugar en esa época de la Edad Media.

En junio de 1288, el entonces señor de Bizkaia, Lope Díaz de Haro, quien además de señor de Bizkaia era también  vasallo del rey de Castilla, en base a las muchas otras propiedades que disponía dentro del reino de Castilla, fue muerto en Alfaro en una emboscada que le preparó su cuñado, el rey Sancho IV, influenciado por su esposa María de Molina y varios ricos-hombres del reino.

Lope Díaz de Haro tenía un hermano, Diego López de Haro, una hija, María Díaz de Haro, casada a su vez con el infante Juan de Castilla y un hijo,  llamado también Diego López.

A partir del asesinato de Lope Díaz de Haro, el señorío de Bizkaia entró en una situación compleja y conflictiva en cuanto a su titularidad.

Primero, el hijo de Lope Díaz, y luego su tío, Diego López de Haro, trataron de recuperar el Señorío por las armas, concitando el apoyo de las casas-fuertes y castillos de Bizkaia. Sin embargo, el rey de Castilla, Sancho IV, ocupó Bizkaia por medio de sus mílites. En 1294, lo transfirió por la vía de hecho a su hijo Enrique, en expresión del ejercicio de soberanía sobre un territorio, Bizkaia, que había ocupado por las armas.

Por ello, Diego López de Haro tuvo que esperar su ocasión propicia, que se presentó en 1295, tras la muerte de Sancho IV y los disturbios surgidos en la minoridad de su hijo, Fernando IV.

Así, en 1295, Diego López de Haro con su gente y con el apoyo de otros ricos- hombres como los Lara, se fue a Bizkaia y lo tomó para sí, sin resistencia de ningún tipo, iniciando de esta manera el mando sobre el señorío.

Por su parte, María Díaz de Haro, por ser hija del asesinado Lope Díaz, se consideraba con derecho al Señorío. Ella y su marido, el infante don Juan, reclamaban para sí el señorío de Bizkaia; y, aunque en junio de 1300, don Juan llegara un acuerdo con Diego López de Haro , por el que don Juan y su esposa María Díaz de Haro renunciaban a Bizkaia a cambio de otras propiedades en Castilla, el contencioso no se resolvió.

Diego López de Haro el V, empezó a ejercer de señor de Bizkaia y en una de sus primeras resoluciones, en concreto del 15 de junio de 1300, fundó la villa de Bilbao, en tierras que habían pertenecido a Begoña, mediante carta puebla “con complacencia de los vizcaínos”, tal y como lo exigía el derecho consuetudinario.

El litigio por el señorío de Bizkaia siguió, no obstante, su curso. Diego López de Haro era el señor de Bizkaia y actuaba como tal, pero su sobrina, María Díaz de Haro, nunca renunció al Señorío.

Por fín, tras numerosos intentos fracasados con la mediación del rey de Castilla Fernando IV (así consta en sus crónicas), las partes acordaron que Diego López de Haro siguiese como titular del señorío (con “Vizcaya é Orduña é Balmaseda é las Encartaciones”) en toda su vida y, a su muerte, heredaría su sobrina María Díaz de Haro.

Dicho acuerdo tuvo que ser ratificado por las Juntas Generales de Arechabalaga en el verano de 1037, enmendando otro anterior en el que se había dado el visto bueno al hijo de Diego López de Haro como heredero de su padre.

De esta resolución se puede colegir como acreditado el ejercicio de la  soberanía sobre el territorio vizcaino por parte de las Juntas Generales:  acuerdo de ratificación de nombramiento de la primera autoridad del señorío, tomado voluntariamente por los miembros participantes de las juntas.

Se da la circunstancia que es la primera vez que aparece documentado un acto de dichas Juntas, lo que permite afirmar que, aunque se escriba y se afirme mucho de su relevancia e importancia histórica, así como de sus muy destacadas competencias, lo cierto es que, lamentablemente, se acredita muy poco, dado que la falta de fuentes documentales es muy sobresaliente, al menos en años anteriores a estos primeros del siglo XIV.

 II

Tras el fallecimiento de Diego López de Haro en 1310, María Díaz de Haro tomó posesión del señorío en Gernika en la primavera de 1310.

No se sabe muy bien por qué, pero sea porque los bilbainos tuvieran dudas acerca de la legitimidad de la fundación de Bilbao (otorgada en 1300 por Diego López), sea porque la nueva señora de Bizkaia cuestionaba la legitimidad del ejercicio del poder por parte de su tío (en coherencia con el conflicto sucesorio que había permanecido abierto más de una década) , el 25 de junio de 1310, María Díaz de Haro otorgó nueva carta-privilegio de fundación a Bilbao.

El contenido de la carta fundacional es el mismo que la de don Diego, con el añadido de que “el camino que va de Orduña a Bermeo”, e iba por Echavarri, “que vaya por aques de mi villa de Bilbao y no por otro”, y ordenaba que “cualquiera que tomase otro camino que éste designado, que lo retuviesen y tomasen los merinos y preboste de Bilbao cuanto llevare y con él hicieren lo que por bien tuvieren…”.

  III

El primer fundador de la Villa de Bilbao, Diego López de Haro, V del nombre, fue llamado también el Intruso, por la poco ortodoxa o al menos conflictiva manera de suceder a su hermano Lope Díaz de Haro; aunque quizás no debería sorprendernos pues el método de acceder al poder era bastante habitual en los reinos y señoríos de la Edad Media…

La Villa de Bilbao fue fundada en dos ocasiones, la primera en 1300, por Diego López de Haro el V o el Intruso, y la segunda en 1310, por María Díaz de Haro.

¿Cuál de las dos fundaciones debe considerarse como la auténtica?

Sería interesante investigar la evolución de los acontecimientos ya que en la actualidad se asume sin matizaciones como acto legítimo el de la fundación por parte de Diego López de Haro, lo cual, como queda recogido, no se compadece con rigor a los hechos tal y como acontecieron.

Read Full Post »

Merece la pena recordar la historia de los Consulados (de mar y terrestres) y su relevante papel en la economía y el derecho, privado y público, de cada una de las circunscripciones en que desplegaron sus competencias y actuaciones.

El 21 de julio de 1494, se creaba el Consulado de Burgos por los reyes Fernando e Isabel:

«… damos licencia, poder y facultad y jurisdicción a Prior y Cónsules de los mercaderes de la ciudad de Burgos, que ahora son y serán de aquí adelante, para que tengan jurisdicción de poder conocer y conozcan de las diferencias y debates que hubiere entre mercader y mercader, y sus compañeros y factores sobre el trato de mercaderías, así como sobre trueques y compras y ventas, y cambios y seguros, y cuentas y compañías que hayan tenido y tengan, y sobre fletamentos de naos, y sobre las factorías que los dichos mercaderes hubieren dado a sus factores, así en nuestros reinos como fuera de ellos…».

 

IMG_1778

 

En el caso de Bilbao, tenían los mareantes (marinos), maestres de naos y mercaderes su Cofradía, puesta bajo la advocación de Santiago, instituida desde tiempo inmemorial y a imitación de las conocidas en otros pueblos, hasta que  Juan de Ariz, en nombre de un grupo de comerciantes de Bilbao (fiel y diputados de la contratación), solicitó y obtuvo su despacho por medio de Carta real, dada en Sevilla el 22 de junio de 1511. Poco antes se había creado en 1489 la Casa de Contratación de Vizcaya en Brujas.

Su impulso estaba basado en la idea de dotar a los comerciantes organizados de jurisdicción, distinta de la del cuerpo de regidores (esto es, la del ayuntamiento):

«Que en la dicha Villa de tiempo inmemorial a esta parte existían las figuras de fiel y dos diputados, que son un cónsul mayor y dos menores y una Universidad de Mercaderes y Maestres de naos y Tratantes, los cuales se suelen elegir y nombrar por dicha Universidad cada año, de la misma manera como se eligen y nombran prior y cónsules por la Universidad de Mercaderes de la ciudad de Burgos y en la misma forma y manera tienen su Sello como Universidad aprobada y tienen sus Ordenanzas usadas y guardadas y confirmadas….».

«Un alegato de los mercaderes de la Villa, en pleito con la Universidad de Burgos a mediados del siglo XV, afirma asimismo que la antigüedad de aquella institución, poniendo la calificación de sus rectores en un privilegio del Rey don Enrique, por el que se les autorizaba para titular a los jueces y mayordomos de su cofradía con un nombre conveniente cual quisieren, y ellos usaron el denominarlos fiel y diputados, «porque así como el uso de los reinos de Castilla y de León es nombrar a sus jueces de mercaderías priores y cónsules, semejantemente el de los países de Vizcaya y de Guipuzcoa es nombrarlos fiel y cónsules«. También son conocidas la absorción de la importancia mercantil de la nación de Vizcaya en Brujas por los mercaderes de Bilbao, sustituyendo con el nombre de la Villa, a finales del siglo XV, la antigua denominación de aquella asociación de negociantes; y las expresiones puestas por el Rey Católico (1504) en la confirmación de las treguas de los osterlines y alemanes con los negociantes de Castilla y de dicha nación de Vizcaya establecidos en los Estados de Flandes, en el cual testimonio se declara que los cónsules de los mareantes de Castilla se llaman «cónsules de Castilla» y los de Vizcaya son nombrados «cónsules de Bilbao«.

Merece la pena recordar el inicio de la carta del rey Fernando:

«Damos licencia y facultad a los Cónsules de la universidad de los capitanes y mercaderes, y maestres de naos, y tratantes de la Villa de Bilbao, que ellos entre sí, cerca del trato de sus naos y mercaderías y lo tocante a ello, se rijan y gobiernen por la pragmática de suso contenida, y capítulos en ella insertos, que fue dada a los Prior y Cónsules y mercaderes de la ciudad de Burgos, bien así y tan cumplidamente como si fuera dada a los dichos Cónsules y universidad de la dicha Villa de Bilbao… les doy poder cumplido con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades…»

La institución, cuya existencia estaba probada desde «tiempo inmemorial», pasó entonces a denominarse Consulado, Casa de la Contratación, Juzgado de los hombres de negocios de mar y tierra y Universidad de Bilbao.

El Consulado de Bilbao, así instituido, emprendió un crecimiento y desarrollo tal que, como afirma Teófilo Guiard y Larrauri, «a los pocos años pudieron sobrepujar en medios y fondos al ayuntamiento que les dio el ser«.

Muy favorecido en la contratación mercantil por el puerto y el empuje de sus gentes, al cabo de unos pocos años, el Consulado de Bilbao desplazó al de Burgos y fue capaz de asumir para sí los privilegios generales otorgados al concejo de Bilbao.

Quedó también instituido el Juzgado de la Contratación de Bilbao, disponiendo de jurisdicción privativa. Fue considerada tan privativa dicha jurisdicción que

«todo recurso a la real Chancillería de Valladolid y a los Consejos de Castilla y de Guerra deberían ser desestimados, mandándose remitir las causas al Juzgado de la Contratación de Bilbao, facultad de jurisdicción reasegurada mayormente por una R.C. dada en Toledo el 8 de octubre de 1560 y otra despachada el 11 de noviembre de 1592».

Usando de dicha jurisdicción, el Consulado de Bilbao conocía privativamente:

– de todos los pleitos y diferencias entre mercaderes y sus compañeros y factores, sobre sus negociaciones de comercio, compras, ventas, cambios, seguros, cuantes de compañías, fletamentos de naos, factorías y otros asuntos que se detallan en sus Ordenanzas.

Posteriormente, el 2 de diciembre de 1737, el rey Felipe V otorgó una nueva disposición que recogía y ampliaba las competencias del Consulado de Bilbao en relación con su Jurisdicción y con el orden de proceder en primera, segunda y tercera instancia. En los apartados 6 y 7 se recogen parte de los valores ínsitos en el Consulado de Bilbao:

«En cuando en dicho Consulado deben determinarse los pleitos y diferencias de entre las partes breve y sumariamente, la verdad sabida y la buena fe guardada por estilo de mercaderes, sin dar lugar a dilaciones, libelos ni escritos de Abogados..ni guardar la forma y orden del Derecho…».

Consolidada la jurisdicción del Consulado por las ejecutorias reales ganadas y afirmado el régimen interno con la sucesión de Ordenanzas particulares y generales promulgadas, el Consulado tomo sobre sí funciones de carácter público, ejecutivo y de policía, como la reparación de los caminos y calzadas de su tráfico, obras y limpieza de la ría y barra y servicio del puerto, posición de boyas, señales en peñas del río, luces, socorro de lanchas-avisos y corsarios que protegiesen el litoral cuando los lances de guerra (véase en la Novísima Recopilación, Tomo Noveno, editada en Madrid, 1850).

Camilo de Villabaso, en su obra «La cuestión del Puerto de la Paz y la Zamacolada» (1887) afirma, refiriéndose al Consulado de Bilbao, que:

«… sin su existencia en la historia puede dudarse de si esta Villa hubiera alcanzado el grado de actividad mercantil, de riqueza, de vitalidad y del esplendor en el que actualmente la contemplamos…».

Pedro de Medina, en el «Libro de grandezas y cosas memorables de España» escribía en 1566 que:

«la villa de Bilbao es pueblo noble, rico, abastado y de mucha calidad porque en esta Villa principalmente se hallan tres cosas con que un pueblo es noblecido, que son asiento de tierra, abundancia de mantenimiento, trato de gentes y mercaderías; todo esto se halla en esta Villa…».

Mientras que Andrés Poza (el «Licenciado Poza»), decía en 1587 :

«… aquí es gente ilustre y magnífica en su trato; contratación grande; mucha riqueza; hombres y mujeres muy bien tratados….».

Con todo, una de las aportaciones más universales del Consulado de Bilbao fueron sus conocidas Ordenanzas, en especial, las Ordenanzas de Bilbao de 1737, auténtico Código de Comercio que estuvo en vigor en diecinueve países de Iberoamérica hasta bien entrado el siglo XIX.

La Constitución de Cádiz de 1812, y, especialmente, sus principios uniformizadores, dieron al traste con las facultades y actuaciones de los Consulados, hasta que, en 1866 se crearon las Cámaras de Comercio y, en paralelo, nuevos cuerpos para la gestión de los puertos (hoy en día Puertos del Estado), desmembrando en dos instituciones (Cámaras y Puertos) lo que hasta entonces había sido una, y, sobre todo, eliminando las competencias jurisdiccionales y gubernativas.

Read Full Post »

El 15 de junio de 1300 fue fundada, por primera vez, la villa de Bilbao por parte del señor de Vizcaya, Diego López de Haro. Hoy hace 713 años. Un año antes había fundado también la villa de Plencia.

Diez años más tarde, en concreto, el 25 de junio de 1310, volvió a ser fundada la villa por María Díaz de Haro, mediante carta-privilegio similar a la de Diego López, pero sin hacer la más mínima mención a la de su antecesor.

El que Bilbao fuera fundada dos veces tiene una explicación histórica, cuyo origen fue la disputa sobre a quién correspondía el señorío:

– al tío, Diego López de Haro, que había  «tomado» de facto el señorío en el año 1295, tras el asesinato de su hermano Lope Díaz de Haro en Alfaro en 1288 (fue muerto por orden directa del rey de Castilla, Sancho IV), aprovechándose de la situación incierta en cuanto a la titularidad del señorío;

– o a la hija de Lope Díaz, y sobrina de Diego López, María Díaz de Haro, quien tras un acuerdo transaccional con su tío, avalado por las Juntas Generales de Vizcaya, accedió al señorío a la muerte de Diego López de Haro, en 1310 y repitió el acto fundacional.

Debe decirse que Diego López  de Haro pasó la mayor parte de su vida fuera de Vizcaya, territorio del que, a pesar de ser su señor, no dejó nada escrito, por él o por algún cronista,  que acreditara sus actuaciones en beneficio de los vizcainos, o la actividad de las Juntas Generales de Gernika, debiéndonos remitir a lo que los cronistas reales dijeron de él, en su calidad de vasallo de los reyes, no como señor de Vizcaya.

Murió en 1310, en el cerco de Algeciras,  acompañando al rey de Castilla, Fernando IV, en plena actividad militar, guerrera y de conquista, que fue en lo que destacó en su vida, por tierras de Castilla principalmente.

En síntesis, sin perjuicio del positivo impacto económico que tuvo la constitución de Bilbao como villa en el comercio y la actividad naútica, pocas cosas dejó hechas Diego López de Haro por las que tengamos que recordarle y reconocerle los vizcainos.

Por tanto, la celebración de hoy 15 de junio, no es del todo pacífica, ni por el recuerdo de un señor del que se desconoce todo en relación con Bilbao y Vizcaya y por la repetición del acto fundacional de la villa, diez años más tarde, que cuestionaba la legitimidad de la primera fundación por parte de Diego López de Haro.

IMG_0865

IMG_0772IMG_2156

Read Full Post »

 I

La villa de Bilbao fue fundada dos veces:  primero por Diego López de Haro, V, el Intruso, mediante Carta Puebla, el 15 de junio de 1300, comentada en otra entrada anterior

Estatua de Diego López de Haro, obra del escultor valenciano Benlliure, situada en la Plaza Circular, inicio de la Gran Vía bilbaina

No fue Diego López quien asentó propiamente la población. Bilbao existía como puebla marítima ocupada por mareantes y pescadores, en los que se basó la repoblación. La comodidad del sitio, la hermosa ría que la bañaba en el curso de dos leguas largas convidaba a la organización de una puebla que diese vida y energías al movimiento naviero que existía, y el comercio supliera la esterilidad de la tierra, sólo rica en mineral de hierro, escasamente explotado. En la parte en que se hizo la nueva puebla existían únicamente algunas casas torre, la iglesia de Santiago (hoy en día, la catedral de Bilbao) y algunos labradores y pescadores (Labayru, «Historia General del Señorío de Bizkaya«, Tomo II, 1897).

Diego López erigió Bilbao con complacencia de los vizcainos, llenando una de las condiciones que exigieron siempre los de la tierra a sus señores, esto es, que no se edificase puebla de ninguna villa sin su consentimiento (Ley 8.ª libro 1.º del Fuero).

Repitió la fundación diez años después María Díaz de Haro, otorgando nueva carta-puebla, con expresiones semejantes a la primera y omitiendo la referencia  a la concedida por don Diego.

Siguiendo al historiador José Ángel García de Cortázar, la evolución medieval del casco urbano de la villa conoció tres momentos fundamentales: el primero, el de su creación, en el que Bilbao constaría de tres calles: Somera, Francos o Artecalle y Tendería; en un segundo momento, a partir de 1425, se conoce un primer ensanche con cuatro calles: Pesquería o Belosticalle, Carnicería, Barrencalle la susera y Barrencalle la yusera (Barrencalle Barrena). Sumadas, daría lugar a la denominación del Casco Viejo (Bilbo Zaharra), con su núcleo inicial que ha permanecido hasta nuestros días: Siete Calles (Zazpi Kale).

Luego, hacia 1480 y en adelante, tendría lugar un segundo ensanche, con la creación de la calle Bidebarrieta, Cruz y Ascao.  Otros especialistas agrupan las dos primeras fases en una, la correspondiente a la formación de las Siete Calles.

Área de Bilbao sobre la que se fundó la villa en 1300. A la izquierda de la foto sobresale la catedral de Santiago, en el centro, el Teatro Arriaga y a pie, la torre de la Casa Consistorial

II

¿Por qué se fundó dos veces? ¿Quiere decir que la primera fundación de la Villa fue nula?

La explicación es sencilla. En 1288, a la muerte de Lope Díaz, conde de Haro y señor de Vizcaya, asesinado en Alfaro, tuvo lugar una grave disputa para la sucesión en el Señorío.

María Díaz de Haro era hija de Lope Díaz, por lo que, en base a una mayor proximidad de grado, reclamaba el señorío. Diego López de Haro, hermano de Lope Díaz,  lo hacía en base a que no había existido precedente de que el señorío recayera en una mujer.

«Los vizcainos, que en el caso de fallecimiento de línea eran los propios jueces, respecto de la libertad de aquel señorío, sentenciaron por Diego López, declarándole su señor y jurándole por tal según su fuero…» (de acuerdo con Pimentel, en sus «Reparos históricos a la Historia de Ferreras«, citado en «Historia de los Fueros de Navarra, Vizcaya, Guipuzcoa y Álava«, de Amalio Marichalar y Cayetano Manrique, segunda edición facsímil, de la segunda edición corregida y aumentada de 1868).

Fueron por tanto los mismos vizcainos quienes dirimieron la cuestión.

Diego López de Haro tenía un hijo, Lope Díaz, que era a quien le correspondía suceder a su padre en el señorío de Vizcaya.

No obstante, al rey de Castilla, Fernando IV, convenía, por razones políticas, que el señorío pasase al infante don Juan, casado con María Diaz de Haro, por lo que trató de que Diego López de Haro variase la sucesión y no le heredara a su muerte su hijo, Lope Díaz, como señor de Vizcaya.

La variación de la sucesión está documentada en un acto oficial en el que no interviene el rey, sino los hombres buenos de Vizcaya y asiste, tan sólo en calidad de testigo, el merino mayor de Castilla, Sancho Sánchez de Velasco. Lo recoge así la «Crónica General«:

«Hizo D. Diego juntar a todos los homes buenos de Vizcaya en aquel lugar donde suelen hacer el ayuntamiento cuando toman Señor, que es en Arechabalaga; y estando allí todos juntados, contóles D. Diego todo el hecho en cómo pasara… y ellos respondieron, que, pues lo él por bien tenía, que lo harían ellos; mas que bien sabía de cómo habían hecho homenaje a D. Lope, su hijo, para después de su vida del o a sus hijos, y que cómo podían hacer tantos homenajes. Entonces D. Lope habló con estos hombres buenos y díjoles… que les quitaba el homenaje que le habían hecho: y desde ellos esto vieron recibiéronla por señora en aquella manera que lo solían hacer a los otros señores que fueron de Vizcaya, y hicieron pleito y homenaje de se lo cumplir».

El rey Fernando IV hizo cuanto pudo para lograr que el hijo de Diego López de Haro, Lope Díaz, renunciara a la sucesión, halagando a éste con grandes mercedes, pero el hecho cierto es que, tal y como se aprecia en el texto transcrito, en la renuncia de D. Lope, hijo de D. Diego, y la consiguiente sucesión de doña María Díaz de Haro, para nada interviene el rey, no hay mandato alguno a los vizcainos ni apariencia siquiera de la menor coacción.

Don Diego Lopez de Haro murió en el cerco de Algeciras en 1309 y los vizcainos tomaron por señora enseguida y, conforme a lo jurado, a doña María Díaz, mujer del infante D. Juan, «en aquel lugar que es acostumbrado según el fuero de Vizcaya, así como lo suelen hacer a todos los señores de Vizcaya» (texto de la colección diplomática de Fernando IV, citado por Marichalar y Manrique, 1868).

En recuerdo, Bilbao dedica desde 1879 su Gran Vía a D. Diego López de Haro (arteria principal de la Villa que va desde la Plaza Circular, Plaza de Federico Moyua o Plaza Elíptica, hasta la Plaza del Sagrado Corazón) y a Doña María Díaz de Haro , a quien se puede considerar como «cofundadora» de la Villa, una de sus calles principales, perpendicular a la Gran Vía desde donde arranca para extenderse hasta la calle Autonomía.

Read Full Post »

Fui alumno (y después profesor) de la Universidad de Deusto, de «La Comercial» (en donde estudié, becado por la Fundación Vizcaina Aguirre, Ciencias Económicas y Empresariales) y de «La Literaria» (Derecho).

Hoy la Universidad de Deusto cumple 125 años, los mismos, por cierto, que la Cámara de Comercio de Bilbao, en donde fui Secretario-Director mediante un concurso público con bases aprobadas por el Ministerio de Industria y Comercio y trabajé varios años, y a la que he dedicado varios artículos en este blog.

En homenaje a la Universidad de Deusto y en recuerdo de algunos de los profesores, principalmente jesuitas (padre Bernaola, Chacón, Arza, Colinas Aguirrebengoa, Urrutia, Ostolaza, etc.) cuelgo aquí unas fotos de los dos edificios, el principal o «Literaria» y «La Comercial».

Desde las aulas se veía la ría, y la ría entonces (años 70) estaba llena de barcos.

Hoy todo eso ha cambiado.

Mencionaré de manera especial al padre Bernaola, de Markina, director de La Comercial. Era muy exigente con sus «chicos» (las chicas entonces empezaban a estudiar en La Comercial, como es el caso de Isamari Zarauza actual alcaldesa de mi villa natal, Plencia, Begoña Revuelta y Maite Belausteguigoitia),  pero gestionaba admirablemente, de manera muy directa, tanto la enseñanza como la colocación posterior de sus alumnos, los de «La Comercial».

Recuerdo que accedí a mi primer trabajo en la empresa «Echevarria S.A.» por su mediación. Inicié mi trabajo y el primer día, el de mi incorporación, me llamó Bernaola para que fuera a su despacho y me dijo que dejara «Echevarria» y optara a otro trabajo en Galletas Artiach. Así lo hice y, por medio de Amador Ferruelo, entonces responsable de selección  de la empresa de selección y formación ICSA, fui contratado para asumir las funciones de «controller» en Galletas Artiach, entonces participada en un 75% por la multinacional Nabisco.

Lo curioso es que en el documento de mi vida laboral figuro con ¡un día! en mi primer trabajo, Echevarria, S.A. Anécdota llevada a cabo bajo la estricta supervisión del padre Bernaola.

Y más curioso aún es que, muchos años después, siendo alcalde de Bilbao, convertimos en parque los terrenos de Echevarria, en Begoña.

 

«La Comercial«, en la que hice la licenciatura en Ciencias Económicas y Empresariales y luego fui profesor una decena de años, primero de Contabilidad, como auxiliar de José Ignacio Arrieta y luego de Organización y Dirección de Empresas, junto con Francisco Simeón.

A la Comercial, que siempre ha tenido gran prestigio académico y profesional, venían alumnos de muchos lugares distintos al País Vasco, como Catalunya, Valencia, Madrid, Canarias, Castilla, etc.;  incluso tuvimos un compañero mexicano, Justino López Barrera, con el que mantengo aún correspondencia por medio de internet.

«La Literaria», edificio principal de la Universidad de Deusto. A la derecha se aprecia el puente «Padre Arrupe«, en homenaje a Pedro Arrupe, que fuera Prepósito General de la Compañía de Jesús

El puente es peatonal, de madera, y permite el acceso desde la «Avenida de las Universidades» a Abandoibarra, la zona portuaria recuperada, donde se encuentra, además del Guggenheim y la torre Iberdrola, la Biblioteca de la Universidad de Deusto, así como el Rectorado de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitatea.

La Universidad aparece en la parte superior de la imagen, en el centro.

 

A la izquierda de la ría, Abandoibarra, zona recuperada del puerto y regenerada, que forma parte del nuevo Bilbao. A la derecha, la «Avenida de las Universidades«; al final, la Universidad de Deusto.

Read Full Post »

Older Posts »