Siendo alcalde de Bilbao, recuperé una tradición con motivo de la fiesta del 15 de agosto, que se celebra en Begoña al comienzo de la Aste Nagusia.
El aurresku es un baile de saludo y de respeto que habitualmente se baila a la Autoridad o a la persona a la que se quiere mostrar un respeto.
La Virgen de Begoña tiene una gran fuerza para todos los vizcainos. Aunque el verdadero día de la Virgen de Begoña es el 11 de octubre, sin embargo, el 15 de agosto es el día de la gran fiesta y se celebra en Begoña. Desde pequeño había sentido un gran respeto por esa tradición. Recuerdo siendo niño, con 8 ó 10 años, cómo bajaban cuadrillas de jóvenes de Gorliz hacia Plencia, donde se les unía más gente con el fin de llegar a Begoña, caminando toda la noche para recorrer los 25 ó 30 Kms. de distancia.
Había oído algo en relación con una vieja costumbre de que la autoridad bailaba un aurresku, precisamente en Begoña. Por más que quise enterarme solo pude descubrir que a principios del siglo XX algún alcalde lo bailaba, pero nada más.
En la explanada situada detrás de la Basílica, tras la misa, solía tener lugar un acto cívico en el que participaban la Banda de Música, la de Txistularis y diversos grupos de danzas. El comienzo del acto, como es habitual en el País Vasco, consistía en un aurresku de honor, bailado por un dantzari.
El 15 de agosto de 1987, recién elegido alcalde de Bilbao, quise dar una interpretación distinta al baile tradicional, acorde con el sistema democrático, que significara que, si bien a lo largo del año, el aurresku se bailaba en honor de las autoridades, una vez al año, coincidiendo con el comienzo de las fiestas, iba a ser la primera autoridad municipal la que lo bailara en honor y respeto del pueblo, mostrando que es el pueblo y no la autoridad, el verdadero titular del poder, que lo ejerce mediante el ejercicio del voto libre. Así lo dejé escrito en mi libro «La política de otra manera» (1993, pág. 104):
«Bailo al pueblo de Bilbao, reconociéndole que si tengo autoridad como alcalde es porque es ese mismo pueblo quien me la otorga«
Y añadía:
«Le quise dar un significado de acuerdo con la democracia que vivimos. Un alcalde tiene que ser de todos. No sólo de los de su partido. No sólo de los que le han votado. Sino de todos y de todas. Y esa regla debe valer siempre, aunque cueste el cargo. El alcalde representa a toda la ciudad y su trabajo debe servir al interés general de los vecinos y vecinas» (pág. 98).
Así lo hice los años en que tuve el honor de ser alcalde de Bilbao (1987-1990).
La expectación era enorme y debo decir que para bailarlo ante varios centenares de personas que se arremolinaban en la plaza de detrás de la Basílica, había que ensayar duro. Yo lo hice en el ayuntamiento, en la alcaldía, aprendiendo los pasos de Ramón, experto dantzari y de los txistularis Boni y Mikel.
En mi caso, la forma de bailarlo era vestido de chaqué, como entendía que corresponde a la solemnidad del acto, situado en el centro de la plaza, bailándolo solo, sin compañía. Con alguna excepción, los siguientes alcaldes han continuado la tradición, aunque variando algo el modo de la danza, yendo el alcalde el aurreskulari (el bailarín que va por delante, el primero), acompañado de un segundo dantzari, como lo ha hecho el nuevo alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto.
Estimado señor, me gustaría contactar con usted respecto a los acontecimientos del 19 de diciembre de 1941 donde si no estoy equivocado estaba su abuelo, el capitán Hilario Gorordo y mi tío abuelo.
Muchas gracias
Aitor