Conocí a Xabier Lete en la primitiva sede de Deia, en Bolueta (Bilbao), allá por el año 1978. Yo entonces era consejero delegado de Editorial Iparraguirre, editora del diario Deia, y acabábamos de lanzar al mercado una revista cultural, «Muga», que tuvo mucho éxito aunque una vida quizás demasiado corta. Nombramos director de Muga a Eugenio Ibarzabal, posteriormente brazo derecho del lehendakari Ardanza.
Ibarzabal incorporó a la revista a varios personajes de la cultura, entre ellos a Xabier Lete, José Ramón Beloki, actual diputado del PNV en el Congreso de los Diputados, y otros varios colaboradores.
Siempre había sentido gran simpatía por Xabier Lete desde los tiempos del Ez dok hamairu (grupo de vanguardia de la cultura vasca de los años sesenta y setenta), y cuando le conocí, me pareció una persona culta, con gran sentido del humor y amante de su tierra, Euskal Herria, de sus gentes, y de su lengua milenaria, el euskera o vascuence.
Sé que el vasco es un pueblo pequeño (somos apenas tres millones de personas) y que, además, los que se expresan habitualmente en euskera son aún muchos menos; pero, al menos a mí, euskaldunberri recalcitrante que aún no he podido llegar a dominar nuestra lengua, me gustaría que nos conociesen en otros lugares del mundo también por medio de la música, expresión de un sentimiento popular, y que nos ayudaran o, al menos, comprendieran que deseamos firmemente impulsar/recuperar la lengua vasca y potenciar la cultura.
Xabier Lete, artista, creador, poeta y cantante, ha entregado prácticamente toda su vida al euskera y a la cultura vasca ¡Goian bego!
En su recuerdo y homenaje he escuchado esta mañana una bellísima canción, «Xalbadorren heriotzean» y aquí la cuelgo para los que queráis escucharle.