Inicio hoy, con esta nueva entrada, una serie de capítulos dedicados a describir algunos de los episodios
en los que he participado en la vida política y social de mi tierra, de mi país, de Euskal Herria, que irán apareciendo esporádicamente, mezclados con otro tipo de temas,
distinguiéndose con una primera referencia a «La política de otra manera«, seguido de una numeración cronológica y específica
(I) MI ENTRADA EN LA POLÍTICA
Tendría que empezar por explicar, aunque sea brevemente, por qué‚ y cómo me inicié en la política. Probablemente a muchos les sorprendería si les digo que mis comienzos fueron de manera casual, sin ningún plan previo, casi sin darme cuenta, pero así fue.
Me acerqué a la política a través de un sentimiento nacionalista elemental con la firme convicción de contribuir, en la medida de lo posible, al cambio que se vislumbraba por los años 1975-77, en las postrimerías de la dictadura franquista.
Desde entonces participé en muchas iniciativas.
Fui uno de los que formamos la Junta Municipal de Plencia (Bizkaia) del Partido Nacionalista Vasco, Eusko Alderdi Jeltzalea, hacia el año 1976, en el txoko de José Luis Arriaga -«Rony»-, en el barrio de Andra Mari, Plencia, junto con Javier Artaza, Miguel García Irala, Tomás Hormaza, Enrique Hormaza, Javier Ardeo, Tomás Berasaluce y un grupo más de personas, no muy numeroso, coordinados por Iñaki Bilbao.
Poco antes habíamos constituido una Asociación de Vecinos que inscribimos con el nombre de «Herriko Batasuna«, plataforma cívico-social, que nos sirvió para ir estructurando una forma de hacer política, de cara al cambio de régimen. Nos solíamos reunir en la sede del «Club Arkote«, de lo que se acordará muy bien su ex-presidente y ex-alcalde de Plencia, Bittor Laraudogoitia. En la Asociación colaborábamos quienes luego nos incorporamos al PNV, con amigos de siempre como Juanan Aramburu o José Manu Zarauza, que luego se integraron en otras fuerzas políticas.
En las primeras elecciones democráticas salí elegido concejal (de Cultura), en Plencia. Entre las decisiones que tomamos, traigo a colación el cambio de denominación de las calles de la villa marinera. Pues bien, hoy, todos los nombres, sin excepción alguna, responden, o al que desde siempre tenían las calles, o a toponímicos. Ni una sola denominación política, partidista, circunstancial.
Creo que es un buen ejemplo de actitud positiva para la convivencia tolerante y civilizada entre personas que sentimos y opinamos de manera diferente.
(II) CREACION DE DEIA
Participé, de manera muy directa, en la puesta en marcha del diario Deia, de cuya empresa editora fui consejero delegado desde su creación, a finales de 1976, hasta 1980 y, posteriormente, presidente del Consejo por un corto periodo de tiempo.
Fue una experiencia interesantísima, y de la que destaco algunos grandes recuerdos: la compra de la rotativa «Solna» en Suecia, acompañado del técnico José Luis Bilbao, el único de los dos que verdaderamente sabía lo que era una máquina impresora de periódicos, y con tan sólo 18 millones de pesetas de recursos en las cuentas bancarias, para unas inversiones de más de 100; la contratación del personal, periodistas, talleres, administración o distribución; la captación de dinero, con la inestimable participación activa de Sabin Zubiri, Alfredo Etxabe, Uría, Joseba Arruti, y decenas y decenas de colaboradores espontáneos que nos ayudaron a reunir más de cinco mil accionistas y cerca de 100 millones de capital.
El tiempo de lanzamiento fue todo un récord, propio del «Guiness«. Empezamos a trabajar en la idea en enero de 1977, y para el 4 de junio -por cierto, mi cumpleaños- ya estábamos en disposición de salir a la calle, aunque, por falta de permisos, no lo pudimos distribuir hasta el día 8, una semana antes de las primeras elecciones.
Nos adelantamos varios meses a Egin, que también se estaba preparando por aquella época.
No resulta nada fácil valorar en su justa medida la influencia que tuvo la aparición de Deia en la primera victoria electoral del PNV, pero, a mi juicio, fue decisiva. Meses atrás, al PNV se le consideraba un «partido viejo y de viejos«, obsoleto, que tenía que ceder paso a nuevas experiencias en el campo nacionalista, como ANV, ESB, ESEI, etc. etc. Íbamos a recuperar la democracia tras un largo periodo de régimen sin libertades y nadie sabía qué iba a decir el pueblo en las urnas.
Sin embargo, el PNV fue el primer y único partido capaz de lanzar un periódico antes de las primeras elecciones, con todo el simbolismo de fuerza y apoyo social que lleva implícita la iniciativa.
Algún día se tendrá que hacer un reconocimiento a este hecho, clave para el rumbo que tomaron los acontecimientos sucesivos.
Kepa Sodupe, al que conocí como compañero profesor de la (ambos coincidomos com profesores en la Universidad Comercial de Deusto), e Iñaki Bilbao fueron quienes se pusieron en contacto conmigo y me propusieron que dirigiera el proyecto. El líder histórico del nacionalismo vasco Juan Ajuriaguerra, no intervino mucho en el proceso, pero siempre que lo necesité, apoyó mis propuestas y, sobre todo, fue quien determinó el nombre del periódico: yo les había preparado varios nombres en un papel, pero se presentó en la reunión «don Juan» -como le llamaban algunos dentro del partido- y no hubo más discusión.
Kepa Sodupe fue nuestro enlace con la ejecutiva y tengo que decir, en su honor, que jamás se le ocurrió «colocarse» de consejero, aunque fue él quien propuso a la mayoría de los integrantes del Consejo y de la Junta de Fundadores. Incluso yo mismo le sugerí en varias ocasiones que sería conveniente que se incorporara. Iñaki Anasagasti me acompañó a Pamplona a hablar con Mirentxu Purroy. Carmelo Renobales y Mitxel Unzueta trabajaron en la parte jurídica: permisos, estatutos, etc. Eduardo Estrade, Karmele Goñi, Koldo Mitxelena, Néstor Basterretxea, José Ignacio Ruiz Obabuenaga y otros más, se integraron en el Consejo Editorial o Junta de Fundadores.
Seleccioné al equipo profesional promotor –Jesús María Eizmendi, Iñaki Echevarria, Ignacio Nolte Aranburu, Juan Arrieta y José Ramón Basterra-. Al equipo base de la redacción: Iñaki Iriarte, Alfonso Ventura y Félix Garc¡a Olano, que fueron luego los tres sucesivos y buenos directores del periódico, con estilos diferentes, aunque complementarios en cierto sentido; junto con Manolo Igarreta, Ángel Ruiz de Azua, José Mar¡a Otegui, Fernando Múgica, Alberto Torregrosa, David Barbero, Adolfo Roldán, Juan Carlos Ramírez Escudero, Javier Cortés, José Manuel Alonso, Florencio Martínez, Pedro Gabilondo, José Mari Llanos, Ramón Mur, Zubiete, Macu Alvarez, Emi Armañanzas, Ofa Bezunartea, Javier Urroz, Nekane Laucirika, Félix Macua y tantos otros. En el mundo del euskera, Antton Haranburu, Martín Ugalde, Amatiño, Josu Oregi, Mikel Atxaga…
De ellos, bastantes eran profesionales que venían de otros medios, pero, los más, aprendieron la profesión en DEIA: fotógrafos, como Javier Balledor, o Javi Arambalza; teclistas, – Bernar, Maite, Begoña– fotocomposición, talleres, distribución, etc. Hay que imaginarse: la selección de más de 200 personas en apenas un par de meses que, además, tenían que formarse en un trabajo completamente nuevo para la mayoría de ellas.
José María Makua Zarandona fue el primer Diputado General de Vizcaya desde el cambio de régimen y de la recuperación de los Conciertos Económicos. Siempre me había llevado bien con él, desde que nos conocimos, bastantes años atrás, en Plencia. Contaré un par de anécdotas, que no creo conozca mucha gente: fue defensor del euskera, como presidente de la Diputación de Vizcaya; lo hablaba divinamente, en dialecto vizcaino, en un lenguaje coloquial y sencillo.
Pero no siempre defendió lo mismo.
Unos años antes, allá por el final del franquismo, coincidimos en una reunión de captación de recursos, precisamente para el lanzamiento del periódico DEIA. Makua escuchó muy atento -entre un grupo de unas veinte personas, entre las que también se encontraban nacionalistas de siempre como Amador Mendiguren y otros- a las explicaciones que Ajuriaguerra, Zubiri y quien esto cuenta, les dábamos sobre el proyecto de diario y la necesidad de apoyo financiero. En el turno de preguntas, intervino Makua con una muy significativa: «Y en ese periódico, ¿se podrá escribir en todos los dialectos del euskera, inclu¡do el «euskara batua»? Le respondí que cada uno iba a poder escribir en el dialecto que estimara conveniente, que DEIA no iba a adoptar una actitud contraria al euskera batua -muchos recordarán, que en los años setenta existía una fuerte corriente contra el batua, principalmente en los aledaños del PNV, que opinaban que el euskera unificado era algo «antisabiniano»-.
Makua, con esa pregunta, se situaba entre las corrientes modernas que veían con buenos ojos el proceso de unificación linguística. Se posicionó dentro de lo que podríamos denominar la línea progresista, defensora, entre otras cosas, del euskera batua (vascuence unificado). En una línea similar de pensamiento -recibí por ello críticas desde diversos ángulos, por ejemplo de la revista Goiz Argi-, le dí todo tipo de garant¡as, siendo apoyado en ello, entre otros, por el ex-presidente del Parlamento vasco, Juan José Pujana, quien nos ayudó a definir el primer mensaje publicitario que justificaba la salida de DEIA:
«Gure prentsa behar dugulako» (Porque necesitamos nuestra propia prensa)
La «h» y la palabra «prentsa» fueron los principales ingredientes para la crítica de sectores conservadores del nacionalismo que veían una infiltración de no sé donde, en los que estábamos a favor de la unificación del idioma.
(De paso diré que era una época diferente a la actual: aún no se habían celebrado las primeras elecciones generales y los más optimistas no daban más de un 8 ó 9 % de los votos al PNV).
Tras el lanzamiento de Deia, logramos el milagro diario de estar en la calle, en competencia con los grandes diarios del País Vasco, gracias al entusiasmo que derrochamos la práctica totalidad de los que allí trabajábamos.
La experiencia resultó inolvidable. Tras un año y medio de dificultades, entramos en beneficios, lo que nos permitió crecer e invertir en nuevas instalaciones; una revista histórico-cultural, MUGA; equipo humano y técnico…
Algo más importante de lo que a primera vista parecía se había puesto en marcha. Deia era una realidad.
Querido José Mari,
Guardo un gran recuerdo y admiración por tu calidad personal, y por tu trabajo que es, ha sido y fue con el DEIA inmejorable. Me hizo mucha ilusión verte el otro día en Bilbao y me encantaría tener algún número cero de DEIA.
Un abrazo
Querido José Mari,
Recuerdo aquella época del DEIA como la época más fructífera y satisfactoria de toda mi carrera periodística. Me permitió escuchar y ser testigo en primera línea de la voz de un pueblo cansado de represión, y de injusticia, que quería dejarse oir.
Pero, Deia no sólo se fijó en los entresijos políticos, económicos o culturales, sino que tuvo éxitos periódisticos tan señalados como aquel 24 de agosto de 1983 cuando fue el único periódico de Bilbao en salir a la calle, a pesar de tener los talleres y rotativa inutilizados, con las fotos y textos de aquellas terribles y dolorosas inundaciones que asolaron Bilbao. Si no tecuerdo mal, aquel día se superaron los 250.000 ejemplares vendidos.
Un abrazo
Adolfo Roldán
Hola Adolfo:
Me ha hecho mucha ilusión que visitaras el blog y recordaras aquellos tiempos del nacimiento de los primeros periódicos de la era democrática, entre los que se encuentra DEIA (en la calle desde el 8 de junio de 1977) y en el que ambos participamos.
Sí que recuerdo la época, en la que tú tuviste un gran protagonismo como periodista, jefe de sección y director, en etapas sucesivas.
Para mí resultó ser una de las experiencias más bonitas. Partimos de cero en enero de 1977 (sin personal, sin rotativa, sin teclistas ni personal de talleres, sin periodistas, sin financiación, sin permisos del entonces Ministerio de Información y Turismo) y, con mucho sacrificio y entusiasmo y un poco de suerte, pudimos distribuir el periódico a partir del 8 de junio, unos pocos días antes de las primeras elecciones democráticas.
Por cierto, conservo varios ejemplares de los números cero, de prueba, con un montón de erratas, elaborados a lo largo del mes de mayo y principios de junio de 1977, y, si nos volvemos a poner en contacto, me encantaría poder regalártelos, si es que te interesan como recuerdo. Tengo una docena de juegos, más o menos, por lo que la oferta la hago extensiva a otros trabajadores de DEIA de los comienzos que me lo pidan.
Un abrazo
[…] de Bilbao en diciembre del 90 y al año siguiente publicó un libro en el que lo contó todo («La política de otra manera») y expresó, de paso, su ideario político y 5 años después, ya saben, llegó el gran Museo de […]
Me parece genial que escribas una especie de memorias de tu experiencia en la política.
En lo que cuentas del comienzo en Plencia es bien cierto.
En aquellos años yo trabajaba con Iñaki Eguia Milicua(+), hombre preclaro, inteligente y buena persona, que formó parte de la primera reunión del PNV en Iruña, cuyas conclusiones escritas me regaló. En ellas había un deseo de independizarse dentro de lo que se decía «la Europa de las etnias» lo cual me parecía sumamente interesante.
Creo que otro gallo nos cantaría si hubiéramos luchado para ser un modelo, del estilo de Suiza, con buena administración y calidad de vida, para abrirnos camino hacia esa Europa, que tal vez después del 2050 algunos lleguen a ver. Entonces regiones limítrofes podrían estar interesadas en adherirse a nuestra región, como Navarra, Cantabria y Aquitania. Es evidente que la violencia no conduce a ninguna parte y que cualquier cambio requiere paciencia y trabajo en una visión futura.
Con respecto a Macua y Ajuriaguerra es una pena no siguieran entre nosotros pues eran muy sanos y defensores de la ley vieja pero actualizándola de acuerdo con nuestro tiempo.
De todas formas, no estoy de acuerdo en el vascuence unificado ya que intelectualmente se cargaron la riqueza de los dialectos. Para mí fue como crear el hebreo como politización de la lengua vasca. Mucho mejor hubiera sido, con el coste realizado, erigir en Oñate una Universidad de Filología que permitiera el estudio de lenguas peculiares y el estudio del euskera y sus dialectos, además de potenciar el estudio de cualquier carrera en sus aulas utilizando el dialecto de euskera que se quiera.